viernes, 27 de agosto de 2010

¿QUE BUSCAS?

En los ambientes de las universidades podemos ver a diario cientos de jóvenes que están constantemente moviéndose, trabajando, leyendo, estudiando, construyendo y esforzándose con el fin de cumplir con un plan de estudios que a la larga les permitirá conseguir los conocimientos necesarios para desempeñarse en los diferentes ámbitos laborales. Ocurre en ciertas ocasiones que estas personas empeñados por conseguir sus propósitos de realización profesional, descuidan totalmente lo referente a su parte más importante del ser: su vida espiritual, convirtiéndose tan sólo en máquinas que producen y olvidan que en la vida es muchísimo mas importante ser una gran persona que ser un gran profesional, porque a la larga tan sólo una gran persona puede ser feliz en la vida y la felicidad no depende de los títulos que se obtengan, sino de la realización que como ser humano se consiga. Hoy en día vivimos en un mundo que nos muestra un camino de bienestar en donde nada debe tallar, un mundo alucinado en aparatos de distracción que no les permite a nuestros jóvenes reflexionar acerca de sus vidas, del por qué de su existencia y de la misión a la cual han sido llamados a existir en este mundo. Un mundo sin sueños altruistas, sino que se embota en si mismo y en el egoísmo de cada persona que tan sólo piensa en su bienestar, sin importar por encima de quien se tenga que pasar, lo importante es alimentar el “YO”. Es un mundo cuyo dios ya no es en el que confiaron nuestros padres, sino un dios que se llama dinero, apariencia y poder.

Es por estas razones que nuestros jóvenes están llamados a no dejarse llevar por la corriente y atreverse a despertar el espíritu de valentía que caracteriza la juventud. Arriesgarse a ser diferente, a tener grandes sueños, a creer que se puede, a compartir y a ser libres.

LA CRÍTICA CONSTRUCTIVA

Hacer una crítica constructiva para ayudar a los demás es una actitud madura, responsable y llena de respeto por nuestros semejantes.

El valor de la crítica constructiva se fundamenta en el propósito de lograr un cambio favorable que beneficie a todas y cada una de las personas involucradas en circunstancias o ambientes determinados, con actitud de respeto y sentido de colaboración. A través de la crítica constructiva se desarrollan otros valores: lealtad, honestidad, sencillez, respeto, amistad.

Ahora bien, es muy común que nuestra tendencia a criticar se propague sin ton ni son y convertimos a la crítica en una forma de oposición y rechazo a todo aquello que no nos gusta; observamos y manifestamos inconformidad casi de todo: el modo de vestir, las opiniones, la forma de gobierno, las normas de viabilidad, la conducta del vecino… Y muy pocas veces, hacemos un juicio objetivo y valiente sobre nuestro comportamiento y nuestro modo de pensar.

Cualquier momento fuera de lugar o falto de delicadeza, no sólo ofende, destruye además la buena comunicación, la imagen y la opinión que se tiene de las personas y por si fuera poco, habla muy mal de nosotros. Para que nuestra crítica tenga valor, se requiere una actitud honesta, leal, y sencilla: si algo nos disgusta o incomoda, no hay porque escondernos en el anonimato, generar murmuraciones o crear conflictos, si deseamos que las cosas y las personas mejoren, lo correcto será acercarnos a los interesados y expresar abiertamente nuestro punto de vista, dispuestos a escuchar y obtener un resultado provechoso para todos.

Para concretar propósitos que nos lleven a ejercitar el valor de la crítica realmente constructiva debemos evaluar con sencillez y valentía nuestro modo de ser, esto significa ser autocríticos.

“Evalúa las situaciones, escucha a las personas y pregunta. De esta manera tendrás los elementos necesarios para formar un juicio correcto y dar una acertada valoración”

“Antes de criticar a las personas en cualquier aspecto, examínate con el mismo rigor y criterio, no sea que tengas los mismos defectos. Recuerda que para ayudar a los demás, tu debes ser el primero en mejorar”

“Has el propósito de descubrir lo bueno que tienen las personas, las instituciones y las circunstancias. Si no tienes algo positivo que decir, lo mejor es callar”

“Examina tus intenciones, sentimientos y estado de ánimo antes de pronunciar palabra”

“Acepta con madurez todo tipo de críticas y comentarios acerca de tu persona y modo de trabajar, centrando tu atención en la oportunidad de mejora”

“Cualquier crítica debe formularse responsablemente a través de la reflexión, considerando las implicaciones que podría tener; el respeto que debemos a las personas se manifiesta protegiendo su buen nombre y reputación, además de procurar una mejora individual. De esta manera actuamos en justicia y todo nuestro actuar se convierte en actitud de servicio e interés por los demás.”

“Ayudar a los demás a mejorar su vida espiritual y personal, es una muestra del amor cristiano, de verdadera amistad y aprecio por quienes nos rodean”

REALMENTE ERES FELIZ

Ser feliz es ser capaz de pensar, hacer y decir lo mismo en todas las situaciones que se puedan presentar. Esto sólo se consigue en la medida que se tengan propósitos y metas claras en la vida para responder a todo de manera optimista; es a través de estos propósitos y metas que se genera un gran amor, una gran tarea y una buena esperanza, lo que da sentido a la existencia.

La felicidad no es la ausencia de obstáculos, más bien es el saber afrontarlos de acuerdo al plan que se tiene.

Todos buscamos la felicidad, la diferencia es en donde la buscamos; hay que buscar donde es, porque nunca encontraremos la felicidad si nos dirigimos en camino equivocado.

Secretos para alcanzar la felicidad

Se es feliz cuando:

• No se tiene que ganar siempre.
• Se cree en uno mismo.
• Se acepta y se combate la adversidad.
• Se tiene una ocupación que trae disfrute y deleite cotidiano.
• Se valora lo que se tiene por poco que sea.
• Se miran de frente los temores.
• Se comparte con los demás.
• Se acaba la culpa.
• Se entiende que todo, hasta la satisfacción es relativa.
• Se entiende que todo es temporal.
• Se entiende que las pequeñas cosas tienen un gran valor.
• Se entiende que se puede escoger.
• Lo espiritual es más importante que lo material.
• Los pequeños logros son los más importantes y nuestra misión en la vida permanece siempre y conocemos lo que nos hace felices para no ponernos tristes.


¿Qué produce infelicidad?

La infelicidad surge de la idea que nos hacemos de lo que debe ser la felicidad, por lo cual podemos ver la felicidad como no es, haciéndonos una idea más grande de la realidad, lo que a la larga terminará amargándonos la vida. La solución a esta falsa idea es ver el lado bueno de las cosas, la realidad no es como uno se imagina, y no es pensar que no se tendrán malas noticias, que todo saldrá bien, que recibiremos aplausos, que nos feliciten, que nos digan a todo que si, que todo el mundo hable bien de nosotros, que todo el mundo nos quiera, que nadie nos critique, que no tengamos dificultades… Todas estas condiciones son demasiadas e imposibilitan la felicidad, es mejor aceptar lo que se tiene y lo que realmente ocurre, con la certeza que no hay cosas tan malas y siempre tienen su lado bueno. El mundo y la realidad no son perfectas, por lo cual al imaginarlas perfectas más vamos a sufrir. Como dice el adagio popular: “el que mucho espera, mucho se decepciona y el que poco espera, lo poco que tiene lo agradece”

No existe lo perfecto y al imaginarnos las cosas perfectas nos hacemos infelices. La queja es un signo de la infelicidad, hay que mirar lo bueno de lo que tenemos que no es malo, porque no existe lo malo. El ponerle “pero” a las cosas es lo que trae infelicidad y se transfiere en desencanto de las cosas y nos arrebata la posibilidad de ser felices. El deseo es lo que trae sufrimiento, el deseo de lo que la realidad no es, eso produce decepción y si tú no deseas lo que no es posible entonces no te vas a decepcionar porque aceptarás todo, hasta el sufrimiento que no te coge de sorpresa. Es bueno plantearse el peor de los escenarios posibles y pensar en la manera de afrontarlo. El problema es que queremos hacer llegar lo que no es posible y como no llega, nos produce sufrimiento, luego llega algo parecido y nos damos cuenta que no era tan grande y terminamos igualmente infelices.

Ocho falencias que producen infelicidad

1. El no tener grandes utopías, grandes sueños hermosos y cambiarlos por simples ambiciones humanas:

Es necesario entender cual es la diferencia entre un hermoso sueño o anhelo y una ambición humana: un hermoso anhelo es un deseo noble, es un sueño hermoso que me regala una razón para vivir que para ser una gran utopía tiene que ser gratuito, generoso, pensando en los demás, con una gran capacidad de entrega. Con estas perspectivas camino con mas certeza a la felicidad y me ennoblezco a mi y a los demás, el buscar entregarme, hacer feliz a alguien y no buscar que me hagan feliz.
Para resistir los fracasos y problemas hay que tener un gran anhelo, porque para tal fin es necesario y justo sufrir porque el sueño estará más cerca. Un gran anhelo sueña en construir, crear, regalar algo hermoso a los demás, generoso, entregado, sufrido… eso da sentido a la vida porque por una gran utopía uno es capaz de recorrer hasta los más inhóspitos y estériles desiertos. Como lo hicieron los libertadores de nuestra tierra.
El mundo arrebata los sueños hermosos a la gente; esquiva el mundo y tendrás muchos kilómetros porque vas tras un gran sueño. El mundo cambia los sueños por el tener casa, carro y beca, fiestas, sexo, placer… que son deseos rastreros, pequeñas cosas que se pierden fácilmente por las circunstancias de la vida; tal como el dinero que se va y no da una felicidad digna que dure como un gran sueño. Regálate un gran sueño, un gran anhelo que sea tan grande que ni en mil años lo consigas, para vivir hasta la muerte detrás de esa utopía.

2. El no aceptar la realidad tal y como la realidad es:

La clave es entender que las cosas son como son por lo cual es necesario aceptarlas para no terminar sufriendo, desgastándonos inútilmente porque ni un poco cambiaremos de la forma de ser de otros, de las circunstancias de la vida, del pecado ajeno, porque no queda mas remedio que aprender a vivir con ellas. La clave de la sabiduría es aceptar la realidad, sea buena o mala, mirar más bien lo que podemos hacer.

3. No existe la buena o la mala suerte:

La suerte no existe, existe una manera de ver la vida, viendo todo positivamente como una oportunidad o negativamente como una desgracia que amarga la existencia. Darse cuenta que lo que no nos gusta nos pasa a todos, lo vivo muere, lo bueno se pone malo, es normal en este mundo.

4. Sufrir en el tiempo:

De las cosas mas tontas que hay es preocuparse de lo que no ha pasado, hay que vivir con lo que pasa ahora, el futuro no existe, el pasado no lo puedo arreglar, el único tiempo que existe es el hoy, es el único que tengo para trabajar. Hay que olvidar los recuerdos tristes y dolorosos del pasado porque ya pasó, ya no existe, fui más fuerte que ese sufrimiento.

5. No aceptar que las cosas salen mal:

Todo lo que puede salir mal, saldrá mal y hay que estar preparado porque las cosas pueden salir mal, por lo cual hay que planear que las cosas salgan bien.

6. Pensar que sólo vale la pena vivir lo fácil, lo agradable y lo placentero:

Lo que creemos malo, en realidad también es bueno, hay que buscar lo bueno, pero en este mundo también existe lo desagradable y tarde que temprano así no queramos nos tocará enfrentarlo y hay que saber afrontarlo viéndolo como una posibilidad de superación y entrega y amor y utopía. Disfruta lo bueno, pero aún más lo malo, porque esto es lo que más trae buenos recuerdos al dejar grandes lecciones en la vida.

7. No apreciarse a si mismo ni a los demás, es decir, no amarse a si mismo, ni amar desinteresadamente a los demás:

Uno sufre mucho amando porque espera mucho a cambio, el desinterés ayuda a disfrutar más el amor. Se sufre muchísimo con la falta de afecto hacía uno, es necesario quererse tal y como es, con la vida que tengo, valorarme aunque no sea perfecto. Una de mis convicciones debe ser: yo valgo, yo soy hermoso y no tengo la culpa. Es bueno observar los valores de los demás, aunque me caigan mal, eso ayudará a mejorar mi imagen y la imagen que los demás tienen de mí. Soy hermoso porque Dios me creo y dijo: Tú eres muy bueno y me bendijo.

8. No tener una experiencia trascendente:

En nombre de la ciencia, la sabiduría, la razón, la inteligencia, el pensamiento y otras cosas; nos están quitando la experiencia de Dios y nos están diciendo que estamos arrojados a nuestra suerte en el universo, que nadie nos mira, que nadie se preocupa por nosotros, que somos frutos del azar, que nadie me pensó como soy, que nadie tiene un hermoso sueño para mi, que nadie me espera después de la vida, que nadie me anhela y nadie me desea. Tontamente nos dicen que la vida es muy linda sin que nadie nos espere y esté perdidamente enamorado de nosotros.
No tener una experiencia trascendente de Dios nos lanza desesperadamente a buscar llenar el corazón con cualquier cosa, porque si no, no soportamos la vida. Al no tener una experiencia trascendente se quita la posibilidad de eternidad y sin ella la existencia humana es absurda y carece de sentido, por lo cual se sufre en búsqueda de poder y gloria, porque no tenemos que llevarnos al corazón, estamos débiles, lo que hace que seamos fácil de destruir sin una experiencia de Dios que nos de fuerzas para soportar. Cuando la piedra nuestra es Dios, ni el momento más doloroso nos doblará, es necesario tener a Dios en el corazón para aguantar cualquier mala noticia, ese amor que nos ama más de lo que nosotros podemos hacerlo.
La gente infeliz hace daño a los demás, piensa en eso cuando alguien te hiera y ten misericordia de él, que está triste. Al mundo le conviene que estemos tristes, porque los infelices son buenos compradores. Un hombre feliz pasó por el supermercado y se dio cuenta de lo poco que necesitaba, el rico es el que menos desea y no el que más tiene, las pobres alegrías que se compran se acaban. La felicidad se encuentra adentro de cada uno de nosotros.

Siete secretos para alcanzar la felicidad

1. Regálate un gran anhelo, un sueño hermoso:

Uno que sea más grande que tu mismo, más grande que lo que has pensado que es grande, un anhelo que no se caiga fácilmente, que no se logre por entrar a la universidad o conseguir un buen puesto, un anhelo que no se satisfaga porque te encontraste cuatro pesos, sino uno que te de ganas de vivir todos los días, incluso el día que me den la peor noticia de tu vida.

2. Aprende a aceptar la realidad tal y como es:

La realidad no es triste, la realidad no es alegre y podemos convertirla en alegre incluso cuando parezca triste. Siempre hace buen tiempo, aunque llueva o haya sol, porque Dios nos ha dado la vida que es lo más hermoso en este planeta, porque mi corazón late y aunque dejara de latir haría aún mejor tiempo puesto que iría a la presencia de Dios, del Amor.

3. Vivir en el presente:

El presente es el único tiempo que existe, así que relájate y disfruta, es el único momento que verdaderamente está en tus manos, el pasado ya se fue, despídete de él. No dejes las cosas para mañana, hazlas ya porque mañana no sabemos, hoy la esperanza, la risa, la dulzura, la felicidad… Porque mañana, no se.

4. Aprender a sufrir:

Todos sufrimos y todos a nuestra propia manera, nunca compares los sufrimientos con las demás personas porque para cada persona es diferente la situación que le hace sufrir. La vida es aprender a sufrir, a llevar ese sufrimiento que no puede destruirte porque has aprendido a abrazarlo. Mira las personas que no pueden ver, o que no oyen, o no caminan, mira como disfrutan infinitamente su existencia, tienen una esperanza para levantarse en las mañanas, han aprendido a valorar lo que tienen. El sufrimiento siempre deja una enseñanza y una esperanza.

5. Descubrir que aunque cueste, la vida vale la pena:

La vida vale la pena porque cuesta, es necesario entonces prepararse para lo que cuesta, es lo que cuesta lo que nos deja más enseñanzas, esperanzas y aprecio, porque va a forjar nuestro carácter, dejándonos más satisfechos y contentos porque habremos aprendido a encontrar una dicha en todo lo que nos cuesta.

6. Amarse a si mismo y amar con gratuidad:

La clave de la felicidad es amar mucho y para empezar hay que aprender a amar este pedacito de tierra que somos cada uno de nosotros, amar es aceptar que no somos perfectos, que cometemos errores, que tenemos grandes dolores en nuestra vida. Amarse es perdonarse a si mismo, todo lo que eres, lo que hiciste, lo que viviste. Hoy perdónate, ámate, saca fuerzas para emprender un gran sueño y fuerzas para perdonar a los demás y amarlos.

7. Aprender a ser felices en el reverso de la realidad:

No son felices los que no les falta nada, para los que todo es perfecto, para quienes no hay molestias, todo está a su servicio, se les entrega todo. ¿Qué gracia tiene esa felicidad? Cualquier papanatas es capaz de ser así: sin problemas. Son felices los pobres, porque de ellos es el reino de los cielos; son felices los que lloran, porque ellos reirán; son felices los mansos, porque heredarán la tierra; son felices los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos quedarán saciados; son felices los misericordiosos que ayudan a los demás, porque ellos recibirán misericordia; son felices los limpios de corazón, porque verán a Dios; felices los que hacen la paz, porque se llamarán hijos de Dios; felices los que son injuriados o calumniados por el nombre de Jesús, porque así fueron tratados los profetas. Para ser felices cuando todo sale bien no es necesario tener fe y en verdad muy pocas veces las cosas salen bien, la vida es muy complicada.
La clave de la vida es ser feliz en el reverso que es complicado, también en lo que sale bien y en lo que sale mal, porque tendré algo a que enfrentarme; porque en los peores momentos nos hacemos más sabios y más grandes.
Como el Padre amó a Jesús, así nos amó a nosotros, si cumplimos sus mandamientos permaneceremos en su Amor, así como Jesús cumplió lo que Dios le mandó y permaneció en su amor, nos dijo Jesús todo esto para que su alegría permanezca en nosotros y llegue a la plenitud. Jesús nos manda que nos amemos los unos a los otros como Él nos ha amado, no hay amor más grande que entregar la vida por los amigos, somos sus amigos si hacemos lo que Él nos manda.
Debemos reconocer que a pesar de ser malo o bueno, Jesucristo me ama y mi Padre me ama, no se cansa de amarme, porque lo hace infinitamente hasta la eternidad.
Así que todos los días son buenos, porque en mi corazón tengo un amor que nunca traiciona, el de Dios.

Conferencia del Padre Juan Jaime Escobar