jueves, 15 de noviembre de 2012

AMOR ES...

No hace mucho tiempo, en los periódicos primero y en tarjetas de saludo después, dos simpáticos monitos se hicieron famosos; presentados en un simple cuadrito, con actitudes claras y rasgos elementales, pusieron de moda aquella frase de AMOR ES... que con el dibujo y el subtítulo inventaban o comprobaban, las múltiples y variadísimas definiciones que se podían atribuir al amor. Dos casos que recuerdo de pronto, son aquellos que decían, por ejemplo: "Amor es... no tener que pedir perdón" o "Amor es... llevarle el desayuno a la cama".


Y aún cuando parecían tener cierta originalidad hay que decir que uno de los primeros periodistas de nuestra época, San Pablo de Tarso, el Apóstol de los Gentiles, ya se les había adelantado, no ciertamente como dibujante, pero sí como un gran escritor verdaderamente inspirado. En su la. Carta a los Corintios (13:4-8), plasmó una página singular, por lo profunda, sublime, deleitosa y rica. Los comentaristas la proclaman como HIMNO DE LA CARIDAD.

Recordemos este texto clásico e incomparable:

"EL AMOR ES... - paciente, es servicial, no es envidioso, no es presumido, no es vanidoso, no es mal educado, no es egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra por la injusticia, se alegra por la verdad, disculpa todo, cree todo, espera todo, aguanta todo, EL AMOR, ¡JAMAS SE ACABA!"

La paciencia, el primer rasgo Paulino señalado a la caridad combina estas cuatro cualidades: la ternura, la tranquilidad, la perseverancia y la excelencia.

1. La ternura proviene de esa dulzura y delicadeza que es la ternura. La observamos y vemos encumbrarse en las mamás. Cada hijo recordará casos especiales de la ternura materna. Mi mamá, para que no me fuera a hacer daño la nieve, cada vez que la comía me decía: "Cuidado, hijito, caliéntala en la boca". Siempre a cada bocado de nieve le agrego el sabor exquisito de la ternura de mi madre.

2. La tranquilidad descubre ese amor paciente contrapuesto a impaciente, no precipitado; toma todo el tiempo necesario porque lo importante es lograr el bien y no desbaratarlo por la prisa. En esto destacan los maestros. Cada alumno atesorará la tranquilidad con que su maestro lo estimuló a aprender hasta conseguir dibujar una sonrisa simultánea de satisfacción.

3. La perseverancia es inseparable de la paciencia: brillo meritorio de los médicos: sea velando junto al lecho del enfermo, sea en la agotadora tarea del quirófano, o en la búsqueda insistente del remedio, consagran su vida a donar el gran bien de la salud. ¡Dichosos los "pacientes" a quienes atiende un médico todavía mas "paciente"...!

4. Pero el amor perfecto no para, hasta hacer el bien completo. No como salga, ni a medias, sino acabado y excelente. El ejemplo es de los artistas. No terminan, hasta que terminan muy bien. El que tiene caridad, con paciencia, es el artista del amor, amar es el arte de las artes. Si no expresa dedicación paciente, que llega hasta lo supremo, no es amor. Como el de Dios, como el de Jesús, como el de María, que no saben darse si no se dan en forma total...

EL AMOR ES... SERVICIAL

1. Servicial, servidor, sirviente y siervo, son términos claramente diferentes, pero relacionados con la misma realidad; la de una persona que presta un servicio. En el uso ordinario, en cambio, marcan cierto declive de categorías, siguiendo un descenso en el nivel social, llevando algo de aprecio el primero hasta llegar a un tono despectivo al usar el último.

2. En nuestros mismos tiempos democráticos, muchos servicios se menosprecian: de plano todo trabajo servil, se desempeña sin inspiración social, se deja para la ínfima clase, se paga mal y se agradece muy poco, etc. Habrá que preguntar en serio: ¿será el servicio signo de amor? ciertamente lo es, si hacemos nuestra pregunta a JESUCRISTO y a través de El al PADRE.

3. En Jesús ha aparecido una nueva noción de servicio. Pues El siendo Dios se hizo siervo. Vino a servir no por dar lo que El quería dar, o lo que le sobraba, o le cautivara adeptas; por eso, no vino a ser servido; sino a servir, dando al hombre lo que necesita, lo que realiza integralmente, su libertad y dignidad. Se hizo hombre como él, para hacerlo Hijo de Dios como El. Según Jesús, servir es, darle al otro lo que más le sirve. Si no le sirve, no está servido

4. El Padre, Creador y Señor, sirve al hombre mientras más lo ama; no rastrera ni servilmente; con señorío, con nobleza, mientras más lo ama, más le concede lo que necesita: su ser, sus facultades, sus medios de subsistencia, su vida eterna, etc. El amor de Dios está en esa proporción: le da al hombre lo que más le sirve: Le dio a su propio HIJO...

EL AMOR NO ES... ENVIDIOSO

Encontramos aquí, dos aplicaciones actuales:

1. La verdadera caridad a nadie permite sentirse "menos". "Al realizar el bien no deja caer en las nocivas o dañinas comparaciones".

Para San Agustín la envidia es: "disgusto por el bien ajeno" Entonces, si el bien ajeno, por la envidia se vuelve tormento, la caridad auténtica , que busca el bien ajeno, la vuelve contento. Los envidiosos siempre criticarán toda obra buena. Los caritativos siempre aplaudirán toda ayuda al necesitado. Judas criticó el derroche de María, quien ungió con ungüento precioso los pies de Jesús, con el pretexto de lo mucho que su precio habría servido a los pobres. Juan, testigo y comentarista, descubrió que más que interesarle los pobres, le dolía el despilfarro que lo privaba de recibirlo él mismo. Así se desenmascaran cuantos promueven obras en beneficio de la comunidad, buscando su bien personal, víctimas de la envidia defraudan con proyectos a favor del pueblo, cuando lo que buscan es no ser "menos" en comparación con otros.

2. Otro caso que se previene y evita con la verdadera caridad, es el de la competencia entre organismos o grupos dedicados a obras sociales.

Lejos de impedir que otros hagan el bien, se da el buen testimonio de la caridad, cuando se prestan ayuda mutua, se recomiendan, se complementan y se proporcionan información y materiales útiles. En muchos aspectos, a veces, no podemos realizar obras de más envergadura, porque cada quien "trabaja para su santo" mantenemos a manera de islas agrupaciones autosuficientes. Los problemas se resolverían bastante mejor si tuviéramos más espíritu de asociación y esa caridad que no es... ¡envidiosa!

EL AMOR NO ES... PRESUMIDO

Aparecen automáticamente: la humildad y la discreción:

1. La belleza inefable de la humildad en el amor se da, según el mismo S. Pablo, en la sublimidad del misterio de la encarnación: contempla extasiado y se arrebata de admitación ante el "anonadamiento" del Verbo quien "siendo DIOS no retuvo con avidez ser igual a Dios sino que (al hacerse hombre) se hizo como nada para tomar la condición de siervo". En ese "anonadamiento" Pablo proclama sorprendido, la originalidad del amor de Jesús, quien haciendo el máximo beneficio esconde humildemente todo su merecimiento.

"Yo no busco mi gloria" declara posteriormente Jesús. Qué lejos de eso queda la proclamación publicitaria de las buenas obras modernas: fotos, anuncios, propaganda. ¡Cuánto gasto en preparativos de festejos caritativos que resultan de tan corta ganancia! ¡Cuánta organización lujosa y tardada, en algunos planes de administración pública que antes de llegar con el beneficio real al pueblo, gasta el presupuesto en edificios, oficinas, estructuras, red infinita de empleados, pero con mucho renombre para el logotipo del organismo...!

2. La discreción aumenta la belleza de la acción caritativa. Aprendemos del Maestro en sus recomendaciones: "no lo digas a nadie" después de un gran favor; o para la limosna: "que tu mano izquierda no sepa lo que hace la derecha" o para alcanzar la recompensa del Padre: "cuiden de no practicar la justicia delante de los hombres para ser vistos por ellos".

Como discípulos de este Maestro, nuestra motivación para hacer el bien, ha de tener una belleza espiritual, oculta, secreta, interna, porque es Dios quien ve lo secreto y Jesús quien se oculta siempre en nuestro hermano...

EL AMOR NO ES... VANIDOSO


Entre el amor que no presume y el amor-no vanidoso, hay una clara diferencia: la presunción hace notar un mérito real; la vanidad finge un mérito inexistente.


1. Es importante notario porque en nuestra vida social estamos llenos de casos de quienes, sin tocar para nada sus propiedades, han fincado su fama de benefactores del pueblo sin tocar sus propios bienes, antes lejos de empobrecerse han logrado enriquecerse más y no tienen empacho en recibir el aplauso y los elogios que no les corresponden. La Biblia los retrata con el terrible caso del rico que arrebató al pobre su única ovejita para ofrecer un banquete y conseguir la gratitud del agasajado.

2. Cómo es tierno y vibrante, por otro lado, el caso de la limosna de la viuda quien en forma secreta depositó en la alcancía para los pobres, lo poco y único que tenía, mereciendo aquel precioso elogio de Cristo: "ésta dio más que los demás; ellos han echado dinero que les sobraba...; ella lo que necesitaba para vivir" (Mt.13:43-44). Claramente se siente anticristiano el modo de los que se paran el cuello con lo ajeno; usan el dinero del pueblo y logran su prosperidad personal y encumbramiento, con fama injusta y falsa de beneméritos...

Profundizando en el sentido cristiano de dimensión social, descubriremos que, aunque la providencia nos hubiera enriquecido con grandes bienes de fortuna y un corazón generoso, ni aún entonces, nadie podría ni debería gloriarse: "¿qué tienes que no hayas recibido? y si lo recibiste, ¿porqué eres tan vanidoso, como si no lo hubieras recibido?" (1 a, Cor. 4:7) En fin de cuentas, la única gloria es solo para Aquel, que nos da, para dar.

EL AMOR NO ES... MAL EDUCADO

Cierta belleza de la religión católica aparece en su elegancia, su distinción, su finura y su gentileza. Su liturgia expone su clara elegancia. Su lenguaje, aunque no excluye confianza, siempre usa términos distinguidos. Su arte ha producido lo más fino y excelente y ante todo su trato nunca ha sido vulgar, sino comedido y gentil. En suma, bien educado...

Si eso es nuestra religión en forma global, debe serio más la suprema de sus virtudes: la caridad que alcance su excelencia ha de ser ¡BIEN-EDUCADA!

1. Cuando el Maestro nos enseñó a "poner la otra mejilla" "a dar el manto también a quien te quite la túnica" o cuando propuso el consejo supremo de "amar a nuestros enemigos" estaba llegando a la raíz de la gentileza en la caridad. Estaba dando clase de urbanidad. El amor nuevo que nos enseñó, lo distinguió también por su buena educación.

2. Grandes kilates de caridad se reconocen siempre en nuestras palabras. la buena educación no solo es muestra de calidad humana; ante todo, es signo de caridad cristiana. Las groserías e insultos, no son solo malos modales; son además, faltas de caridad. Jesús pone las palabras ofensivas como raíz del "no matarás"...

3. Da especial pesar ver que muchos jóvenes y aún adultos, no saben "dar las gracia!" Elemental falta de educación. Marca de un doloroso sentimiento de altivez y rencor. nuestra religión nos inculca la gratitud, como un indispensable sentimiento con Dios. Reconocer el amor que recibimos, nos educa a mostrar un amor humilde y comedido: la gratitud no es sino la buena educación del amor...


El AMOR NO ES... EGOISTA

El amor sin egoísmos nos encauza a triple vertiente:

A. Nos enseña a compartir: Siempre nos enriquecemos cuando compartimos. Profunda es la enseñanza de Cristo: "dad y se os dará" Lo comprueba uno mientras más se desprende, con generosidad, de lo suyo o de sí mismo. Y no hay satisfacción más grande que la de dar... es más grande que la de recibir. Quien esto practica es, además, semejante a Dios...

B. Nos ayuda a integrarnos: En la vida cristiana, como en la vida social, el bien se realiza mejor, si nos ayudamos unos a otros. "Juntos lo hacemos mejor" se ha dicho. El mismo bien crece en la medida en que crece la mutua cooperación.

Mientras mayores el bien que intentamos, advertimos que el "ego" va desapareciendo, para fortalecernos con ello nosotros" que lo va supliendo. Mientras mas amemos, mas comunitariamente lo expresaremos,

C. Nos dispone a tomar el lugar del "otro": El verdadero amor deja el "Yo" para ir al lugar de "Él". Lo quiso expresar claramente Jesús al enseñarnos la hermosa parábola del Buen Samaritano: el que pasando junto al herido a la orilla del camino, se, le acercó y viéndolo se compadeció de "él"...Acercarse, compadecerse, no es otra cosa que ponerse en el lugar del necesitado, tomar su lugar. No pensar en "sí" para dar de "sí"...A "él". Gozosamente a ÉL.

EL AMOR... NO SE IRRITA

Bien templado el amor, es ajeno a toda ira, disgusto, coraje o irritación.

A. Cuando se pide un favor se recurre a la bondad o caridad de una persona. ¡Qué triste es tener por todo resultado un rotundo NO! A veces, no solo rotundo, sino seco y frío; cuántas otras veces, comprobamos que hay personas casi identificadas con ese NO ¡despectivo e intransigente! Personas siempre negativas. Amargadas, con el sabor del NO siempre en sus labios; con la actitud de rechazo en su corazón. Han puesto un candado para que no salga, para que no brote, la caridad de su corazón.

B. Equivalente a la actitud negativa es la "malhumorada". La "mala gana" o "mal modo" desbarata o empaña o casi destruye el favor o la buena acción. Quien hace donativos, limosnas o favores, con disgusto 0 mala cara, parece arrancarnos más de su avaricia que de su caridad; saben más a frutos agrios que a frutos dulces. En cambio, aún cuando se deba una negativa, el "buen modo" de darla la vuelve aceptable.

C. Cuando se perdona o se disculpa, lo grandioso o sublime del perdón consiste en hacer sentir, no el disgusto ni el coraje, por la ofensa recibida, sino la bondad del corazón, por la reconciliación obtenida: como Jesús que, en lugar de reclamar acremente a Pedro, sus negaciones, lo obligó a hacerle una triple declaración de "amor". La caridad de Cristo encendió la caridad de Pedro. El amor que no se irrita moldea al cristiano a que, como Cristo sepa tener un "buen corazón" un corazón semejante al SUYO.

EL AMOR... NO LLEVA CUENTA DEL MAL

A. Hay una expresión bastante conocida, muy espontánea. Si nos molestan, fastidian o nos ofenden, surge la sentencia popular y personal: ¡ME LA PAGAS! O ¡VAS A VER! Y las más de las veces se acompaña con un signo bien reconocido: se muestra la palma de la mano moviéndola hacia adelante y hacia atrás marcando con esa señal el énfasis que se quiere imprimir a la inquebrantable amenaza...En ese caso el "cobrador" de la dignidad ofendida, se vuelve nuevo intérprete de la Ley del Talión, o sea la ley mosaica que establecía "ojo por ojo" "diente por diente".

B. Esta fórmula en las relaciones humanas intenta guardar el orden en la justicia casi matemática y material. Una justicia que exige con medida exacta, la cantidad de pena, por la cantidad de culpa. En cambio la caridad supera enormemente la justicia, no en la cantidad, sino en la calidad. Cambia el orden matemático, por el orden afectivo. por eso, la caridad no lleva cuentas... la caridad no sabe contar...

C. "Perdono, pero no olvido" es otra frase demasiado común. Falsa y contradictoria.Terriblemente anticristiano. El pretendido perdón declarado se viene por tierra, si con la memoria seguimos llevando la "cuenta" de los agravios. Qué diferente el ejemplo de N. Sr. Jesucristo quien no solo olvidaba las ofensas sino que lograba encontrarles explicación y disculpa. En el momento culminante de su amor, desde la Cruz, nos legó el testamento invaluable de aquella Palabra Divina, a favor de sus verdugos, excediendo toda justicia y revelando la máxima caridad cuando dijo: "PERDONALOS, PADRE, POROUE NO SABEN LO QUE HACEN..."

EL AMOR... NO SE ALEGRA POR LA INJUSTICIA

I- Todos los malvados, registrados por la historia y amplificados por las leyendas populares como Herodes, Nerón, Iván el Terrible, Pedro el Cruel, etc., encabezan una repugnante lista a la que se agregan los Tiranos, los verdugos, los secuestradores, los atormentadores de las prisiones, los capataces en campos de concentración y muy vergonzantemente la completan en nuestros tiempos que ya reconocen y defienden los Derechos Humanos, los que aplican la tortura despiadada, los que atropellan y golpean a los indefensos, los machistas que subyugan a las mujeres, los mayores (peor si son los propios padres) que maltratan y ultrajan a los niños, etc.

Todos ellos que parecen no tener alma, ni corazón, sino solo sentimientos para "gozarse en la desgracia ajena..." son precisamente lo opuesto a lo recomendado por S. Pablo.

II- Es duro pensar que en esa lista entran todas esas personas, que por atender solo a su "conveniencia", no advierten o aceptan el mal necesario que se sigue a otras personas. Por ejemplo, todos los que cometen el aborto: se alegran de encontrarlo como remedio propio, aunque se siga para otros una tremenda injusticia: los legisladores, resultan opresores; los doctores, destructores, y las propias madres, cuyo cuerpo es destinado a ser cuna de vida, es convertido en sepulcro de muerte. Caso parecido el de los maestros o malos amigos, quienes con su enseñanza se alegran de "abrirles los ojos" a los que por su edad o condición más bien escandalizan, con un trauma o daño irreparable para toda la vida. 0 los buenos para pedir prestado y malos para pagar. 0 prestamistas implacables, con sus deudores imposibilitados. Unico remedio, el amor... que no se alegre con la injusticia.

EL AMOR... SE ALEGRA CON LA VERDAD

El amor siempre es motivo de alegría. Pues el amor, es hallazgo. ¡Y nada se encuentra con mayor gozo que la verdad! verdad hallada: o en la propia persona o en otra o en Dios.

A. ¡Qué gozo extraordinario hallarla en nosotros mismos! sucede, cuando advertimos o aceptamos nuestro error o equivocación: entramos a la luz; salimos a la libertad; ganamos en seguridad. Se nos aplica el gozo descrito en el Evangelio en quien descubre un tesoro, en el ciego que ve. No hay riqueza que se posea con mayor fruición con deseo tan íntimo de no perderla nunca. ¡Todo el que ama... ama la "verdad"!

B. Es especialmente cristiano el gozó que nos da otra persona por el bien que recibe. Se comparte tan generosamente que el mismo bien ajeno se vuelve bien propio. Como el descrito en el Padre del "hijo pródigo": el gozo del encuentro es el mismo para el "padre " como para el "hijo", se alegran juntos, en el amor "perdido y hallado, muerto y resucitado" 0 bien, el pastor de la oveja perdida quien cerebral e invita a sus amigos a celebrar, como suyo, el gozo de la oveja que vuelve al redil. Así goza el que ve al amigo libre de penas, de enfermedades, de líos, de calumnias, de deudas, etc.

C. El gozo del encuentro con una verdad que nos revele a Dios, es algo incomparable. Yo creo que todos lo hemos experimentado; pero lo describiría en la incontenible sensación que han tenido los genios de los inventores, quienes no han hecho otra cosa, que extraer algún secreto a la naturaleza y regocijarse de reconocer en él al autor que lo dejó ahí escondido para hablarnos de su magnificencia; ese es el sentido jubiloso que expresó San Agustín: "nuestro corazón está inquieto... hasta descansar en Ti"

EL AMOR... DISCULPA TODO

Cuando se afirma esto del amor cristiano se puede de él esperar lo inesperado... jamás hubiera alguien pensado que el amor llegaría hasta los enemigos.

Y es que, el amor como viene de Dios y lleva hasta Dios, es como El: sin principio ni fin; sin espacios, sin límites, sin distinciones. Es todo, para todos.

Por eso Jesús proclamó la bondad de su Padre, cuando lo presentó sacando su sol para los buenos y los malos y enviando su lluvia a los justos y a los injustos. Ya vemos la razón por la que, el amor.. lo disculpa todo.

A. ¡Disculpamos, por amor: las pequeñeces... grandes!

Esos detalles agrandados por nuestra susceptibilidad. Cuántas amistades terminaron para siempre porque "no me saludó" o no volteó a mirarme" o "no me invitaron" etc.

B. Disculpamos, por amor: las ofensas involuntarias 0 inadvertidas. En tantos casos, duelen de verdad a quien las cometió y necesita una "ayudadita" para disculparse. Bella nobleza abrirle la puerta al que quiere nuestra disculpa.

C. Disculpamos, por amor, a nuestros verdaderos amigos. Nuestro corazón, en nombre de tal amistad, no permite y no acepta nunca que algo pueda herirnos, molestarnos y menos aún, disgustarnos para siempre. Ingenio, arte, paciencia, calidad humana, humildad, todo lo intentaremos a fin de disculpar a nuestros amigos y bienhechores.

D. Disculpamos, por amor, (de Dios) a nuestros enemigos. Clara contradicción amar al enemigo. ¿Cómo se arregla? Dios me ama a mí pecador, -su enemigo- cuando me perdona, si me arrepiento. Si espero su amor, ya creo en el perdón a los enemigos. Nadie puede rogar a Dios, si no dice, como nos enseñó: "PERDONANOS, COMO NOSOTROS PERDONAMOS"...

EL AMOR... CREE TODO

Así como dicen que dijo Napoleón, que en su diccionario no existía la palabra " imposible"; así creo que en el lenguaje del amor cristiano tampoco existe la palabra " increíble" y yo digo que esto lo dijo Jesús rotundamente: " todo es posible para quien cree" (Mc.9:23).

A. Así que no podremos menos que reconocer la fuerza conquistadora del amor. Como el amor es capaz de todo, produce una fe total. Por ejemplo, los esposos con su amor, mantienen su fidelidad viva; para ellos, creerse es amarse; los padres, no tienen mejor refuerzo para su autoridad que el amor que muestran a sus hijos y los hijos obtienen todo el crédito de sus padres, según la sinceridad de su amor a ellos no digamos los novios, que ponen toda la belleza de su amor y de sus declaraciones en la confianza mutua que se exigen para cumplir todas sus promesas.

B. Cuando se dice que el amor es ciego se pone todavía más fuerte el acento en una tal aceptación amorosa, que no necesita ni hacer el análisis de sus razones, según el conocido aforisma de Pascal:

"El corazón tiene razones, que la razón no conoce"

Jesús fue llamado por las hermanas de Lázaro con esta razón: el que amas esta enfermo. Llegando dijo a Martha: "Tu hermano resucitará", ¿crees tú esto? ella dió una razón bíblica. En cambio Jesús preparaba ya la razón del corazón y Lázaro resucitó.

Desde el paganismo, con el gran vate Virgilio, el corazón ha afirmado "amor omnia vincit" "el amor todo lo vence" y el pueblo con su profunda sabiduría ha refrendado: "querer, es poder" respaldan a San Pablo, pues si el amor lo puede todo, ha de creerlo todo. El amor, necesita pasar por la fe, para llegar a su cumplimiento. Que "obras son amores... y no buenas razones."


EL AMOR... ESPERA TODO

I. Es obvia la conexión que existe entre creer y esperar. A veces hasta se quieren confundir; pero son claras dos cosas:

1º. que la fe, va primero y la esperanza va después, una antecede, la otra prosigue;

2o. que la fe es intelectual y pertenece al conocimiento, mientras que la esperanza es emotiva y pertenece a las pasiones. Así que la fe presenta y la esperanza busca.

II. Hay un término que, en boca del pueblo, no muy amante de las distinciones precisas, reúne los dos significados: "confiar" 0 "confianza", o abarcan a la vez fe-esperanza; o se tornan indistintamente por la una o por la otra: así, al decir confío en el Señor, casi casi es igual a decir: creo en el Señor o espero en el Señor; como también equivaldría a decir: porque creo en el Señor, por eso espero en el Señor.

III. Las dos anteriores consideraciones son de orden teórico pero ayudan en el orden práctico. La aplicación sería que si el amor que lo cree todo, por lógica, lo espera todo. ¿Cómo explicar entonces la inconsecuencia de creer en Dios y dudar de El? sencillamente porque la fe es total y la espera parcial. Se acepta a Dios globalmente, pero se duda o de su poder o de su palabra o de su amor.

IV. Es el amor el que lo abarca todo: como en María: "Dichosa tú que has creído, pues se te cumplirá todo lo que te dijo el Señor" Como en Pedro, cuyo amor grande, lo llevaba a esperarlo todo y lo hizo decir: "pasamos ya toda la noche sin pescar, pero por tu palabra, Maestro, tiraré la red" y se realizó la inesperada pesca milagrosa.. La del amor confiado...

El amor que espera todo, ¡moverá montañas!, ¡moverá a Dios!

EL AMOR... AGUANTA TODO

Jesucristo, con su ejemplo formidable y sublime, bastaría para darnos la prueba total del amor que soporta todo. En su nacimiento, en su vida oculta, en su vida pública y más que nada, en su pasión y en su Santísima muerte. Sólo que los ejemplos muy elevados en la perfección llegamos a sentirlos tan lejanos de nuestra capacidad que desearíamos algunos más cercanos o por el tiempo o por mayor semejanza con nuestra fragilidad. Aún cuando los primeros no dejan de tener su validez e inspiración, los segundos nos infunden mayor realismo y convicción.

1. Más a nuestro alcance está el ejemplo de JUAN DIEGO, en la hermosa historia de las apariciones, guadalupanas. Se presiente que el plan de la Providencia quería entretejer todas las dificultades y contratiempos desde el obispo Zumárraga, hasta el tío Juan Bernardino, para encender más su amor por María, cuyo pregonero incansable debía ser.

2. Los Apóstoles en su tiempo y los misioneros en nuestra historia, fueron tan frágiles como nosotros; el Evangelio atestigua los defectos de aquellos y nuestras crónicas las fallas humanas de éstos. Sin embargo a la hora de cumplir su misión, arrebatados por un amor nuevo, se volvieron superhombres, que arrastraron graves penalidades, sobrellevaron las más duras pruebas y enfrentaron gozosamente la muerte.

3. Sea nuestro aliento e inspiración, ver que aguantar no solo es sinónimo de sufrir, padecer o resignarse, lo cuál en sí sería pasivo y negativo; sino que adquiere, por el amor, un sentido activo y dinámico de luchar, de intentar, de perseverar y hasta de lograr y conquistar. En ese sentido, con un triunfalismo de amor cristiano San Pablo ha podido exclamar: "Todo lo puedo en Aquel que me conforta" (Filip.4:13).

EL AMOR... JAMAS SE ACABA

Una canción cuyo autor de letra desconozco, pero que al cantarla JOSE-JOSE ha alcanzado cierta fama y difusión, con el título EL AMOR ACABA y el desarrollo de ese tema a lo largo de toda la pieza, es la más fuerte negación y la más directa contradicción de la afirmación de San Pablo, con la que, inspirado por Dios, concluye, cierra y remata la estupenda y maravillosa serie de "variaciones" que ha señalado a la "caridad" o al amor cristiano.

Imposibilitado, por razón de espacio a comentar comparativamente verso por verso, como me hubiera gustado hacerlo, selecciono 4 de ellos, más representativos del tema:

Texto: Porque el corazón de darse llega un día en que se parte, el amor acaba.

Comentario: Porque el "corazón" no es carne ni lo espiritual se parte, el amor no acaba.

Texto: Porque se vuelven cadenas lo que fueron cintas blancas, el amor acaba.

Comentario: Porque jamás son cadenas los lazos libres, del alma, el amor no acaba.

Texto: Porque llega a ser rutina la caricia mas divina, el amor acaba.

Comentario: Porque algo que es divino por lo nuevo, nos fascina, el amor no acaba.

Texto: Porque mueren los deseos por la carne y por el beso, el amor acaba.

Comentario: Porque el alma se embelesa sin la carne y sin los besos, el amor no acaba.


Como todos pueden fácilmente advertir, el amor alcanza la dimensión de la base que se le haya puesto.
Si se apoya en lo carnal, no puede ser más que efímero, fugaz, pasajero, tornadizo y falaz, como es la carne y lo material y...se acaba ... naturalmente.
Pero si se apoya en lo espiritual y se apoya en la verdad, que viene de Dios y lleva hasta Dios, entonces es duradero, firme, fiel, creciente, arrebatador, creativo, siempre antiguo y siempre nuevo y ...




JAMÁS ACABA... por obra de Dios.

Monseñor Rafael Gallardo García





jueves, 1 de noviembre de 2012

LOS CINCO DEFECTOS DE JESÚS. por Monseñor Francois-Xavier Nguyen van Thuan.

Detenido en 1975 por su condición de obispo y encarcelado durante 13 años en las cárceles del Vietcong, nueve de ellos en completo aislamiento, en el año 2000 Juan Pablo II encarga a monseñor Van Thuan impartir los ejercicios espirituales de Cuaresma ante la curia vaticana.


Al comienzo de los mismos, monseñor Van Thuan relata cómo a pesar de las duras condiciones de su prisión, su esperanza inquebrantable en Jesús despierta la admiración e incomprensión de sus compañeros de prisión y guardianes. He aquí el admirable testimonio que dio sobre su seguimiento a Jesús.



En la prisión mis compañeros que no son católicos, quieren comprender «las razones de mi esperanza». Me preguntan amistosamente y con buena intención: «¿Por qué lo ha abandonado usted todo: familia, poder, riquezas, para seguir a Jesús? ¡Debe de haber un motivo muy especial! ». Por su parte, mis carceleros me preguntan: «¿Existe Dios verdaderamente? ¿Jesús? ¿Es una superstición? ¿Es una invención de la clase opresora? ».


Así pues, hay que dar explicaciones de manera comprensible, no con la terminología escolástica, sino con las palabras sencillas del Evangelio.


Primer defecto: Jesús no tiene buena memoria

En la cruz, durante su agonía, Jesús oyó la voz del ladrón a su derecha: «Jesús, acuérdate de mí cuando vengas con tu Reino» (Lc 23, 42). Si hubiera sido yo, le habría contestado: «No te olvidaré, pero tus crímenes tienen que ser expiados, al menos, con 20 años de purgatorio». Sin embargo Jesús le responde: «Te aseguro que hoy estarás conmigo en el paraíso» (Lc 23, 43). Él olvida todos los pecados de aquel hombre.

Algo análogo sucede con la pecadora que derramó perfume en sus pies: Jesús no le pregunta nada sobre su pasado escandaloso, sino que dice simplemente: «Quedan perdonados sus muchos pecados, porque ha mostrado mucho amor» (Lc 7, 47).

La parábola del hijo pródigo nos cuenta que éste, de vuelta a la casa paterna, prepara en su corazón lo que dirá: «Padre, pequé contra el cielo y ante ti. Ya no merezco ser llamado hijo tuyo, trátame como a uno de tus jornaleros» (Lc 15, 1819). Pero cuando el padre lo ve llegar de lejos, ya lo ha olvidado todo; corre a su encuentro, lo abraza, no le deja tiempo para pronunciar su discurso, y dice a los siervos, que están desconcertados: «Traed el mejor vestido y vestidle, ponedle un anillo en la mano y unas sandalias en los pies. Traed el novillo cebado, matadlo, y comamos y celebremos una fiesta, porque este hijo mío había muerto y ha vuelto a la vida; se había perdido y ha sido hallado» (Lc 15, 22-24).

Jesús no tiene una memoria como la mía; no sólo perdona, y perdona a todos, sino que incluso olvida que ha perdonado.


Segundo defecto: Jesús no sabe matemáticas
Si Jesús hubiera hecho un examen de matemáticas, quizá lo hubieran suspendido. Lo demuestra la parábola de la oveja perdida. Un pastor tenía cien ovejas. Una de ellas se descarría, y él, inmediatamente, va a buscarla dejando las otras noventa y nueve en el redil. Cuando la encuentra, carga a la pobre criatura sobre sus hombros (cf. Lc 15, 47).
Para Jesús, uno equivale a noventa y nueve, ¡y quizá incluso más! ¿Quién aceptaría esto? Pero su misericordia se extiende de generación en generación...

Cuando se trata de salvar una oveja descarriada, Jesús no se deja desanimar por ningún riesgo, por ningún esfuerzo. ¡Contemplemos sus acciones llenas de compasión cuando se sienta junto al pozo de Jacob y dialoga con la samaritana, o bien cuando quiere detenerse en casa de Zaqueo! ¡Qué sencillez sin cálculo, qué amor por los pecadores!


Tercer defecto: Jesús no sabe de lógica


Una mujer que tiene diez dracmas pierde una. Entonces enciende la lámpara para buscarla. Cuando la encuentra, llama a sus vecinas y les dice: «Alegraos conmigo, porque he hallado la dracma que había perdido» (cf. Lc 15, 89).

¡Es realmente ilógico molestar a sus amigas sólo por una dracma! ¡Y luego hacer una fiesta para celebrar el hallazgo! Y además, al invitar a sus amigas ¡gasta más de una dracma! Ni diez dracmas serían suficientes para cubrir los gastos...

Aquí podemos decir de verdad, con las palabras de Pascal, que «el corazón tiene sus razones, que la razón no conoce»

Jesús, como conclusión de aquella parábola, desvela la extraña lógica de su corazón: «Os digo que, del mismo modo, hay alegría entre los ángeles de Dios por un solo pecador que se convierta» (Lc 15, 10).




Cuarto defecto: Jesús es un aventurero


El responsable de publicidad de una compañía o el que se presenta como candidato a las elecciones prepara un programa detallado, con muchas promesas.

Nada semejante en Jesús. Su propaganda, si se juzga con ojos humanos, está destinada al fracaso.

Él promete a quien lo sigue procesos y persecuciones. A sus discípulos, que lo han dejado todo por él, no les asegura ni la comida ni el alojamiento, sino sólo compartir su mismo modo de vida.

A un escriba deseoso de unirse a los suyos, le responde: «Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar la cabeza» (Mt 8, 20).

El pasaje evangélico de las bienaventuranzas, verdadero «autorretrato» de Jesús, aventurero del amor del Padre y de los hermanos, es de principio a fin una paradoja, aunque estemos acostumbrados a escucharlo:

«Bienaventurados los pobres de espíritu..., bienaventurados los que lloran..., bienaventurados los perseguidos por... la justicia..., bienaventurados seréis cuando os injurien y os persigan y digan con mentira toda clase de mal contra vosotros por mi causa. Alegraos y regocijaos, porque vuestra recompensa será grande en los cielos» (Mt 5, 312).

Pero los discípulos confiaban en aquel aventurero. Desde hace dos mil años y hasta el fin del mundo no se agota el grupo de los que han seguido a Jesús. Basta mirar a los santos de todos los tiempos. Muchos de ellos forman parte de aquella bendita asociación de aventureros. ¡Sin dirección, sin teléfono, sin fax...!


Quinto defecto: Jesús no entiende ni de finanzas ni de economía


Recordemos la parábola de los obreros de la viña: «El Reino de los Cielos es semejante a un propietario que salió a primera hora de la mañana a contratar obreros para su viña. Salió luego hacia las nueve y hacia mediodía y hacia las tres y hacia las cinco.., y los envió a sus viña». Al atardecer, empezando por los últimos y acabando por los primeros, pagó un denario a cada uno (cf. Mt 20, 116).

Si Jesús fuera nombrado administrador de una comunidad o director de empresa, esas instituciones quebrarían e irían a la bancarrota: ¿cómo es posible pagar a quien empieza a trabajar a las cinco de la tarde un salario igual al de quien trabaja desde el alba? ¿Se trata de un despiste, o Jesús ha hecho mal las cuentas? ¡No! Lo hace a propósito, porque -explica-: «¿Es que no puedo hacer con lo mío lo que quiero? ¿O va a ser tu ojo malo porque yo soy bueno?».



Y nosotros hemos creído en el amor


Pero preguntémonos: ¿por qué Jesús tiene estos defectos? Porque es Amor (cf. 1 Jn 4, 16). El amor auténtico no razona, no mide, no levanta barreras, no calcula, no recuerda las ofensas y no pone condiciones.

Jesús actúa siempre por amor. Del hogar de la Trinidad él nos ha traído un amor grande, infinito, divino, un amor que llega -como dicen los Padres- a la locura y pone en crisis nuestras medidas humanas.

Cuando medito sobre este amor mi corazón se llena de felicidad y de paz. Espero que al final de mi vida el Señor me reciba como al más pequeño de los trabajadores de su viña, y yo cantaré su misericordia por toda la eternidad, perennemente admirado de las maravillas que él reserva a sus elegidos. Me alegraré de ver a Jesús con sus «defectos», que son, gracias a Dios, incorregibles.

Los santos son expertos en este amor sin límites. A menudo en mi vida he pedido a sor Faustina Kowalska que me haga comprender la misericordia de Dios. Y cuando visité Paray-le-Monial, me impresionaron las palabras que Jesús dijo a santa Margarita María Alacoque: «Si crees, verás el poder de mi corazón».

Contemplemos juntos el misterio de este amor misericordioso.


Comentarios del autor del blog.

Reflexionando este escrito de Monseñor Francois-Xavier comprendemos acerca de la frase: misericordia quiero, más no sacrificios. De un Dios que no está ahí para acusar o señalar nuestros pecados, de un Dios que no recuerda lo malo porque tiene mala memoria para eso y tan sólo recuerda lo bueno; recordándonos que el verdadero amor es un amor que olvida lo malo, enseñándonos a amarnos los unos a los otros como Él nos ha amado. Cuando lleguemos donde Dios después de la muerte vamos a enumerarle nuestros pecados y a pedirle perdón, pero Él nos va a decir: no me acuerdo, sólamente me acuerdo de tus buenas obras.

Personalmente desconfío de aquellas espiritualidades de miedo a Dios, de intimidar a las personas con el Infierno, el demonio y el dolor, porque el mensaje de Cristo es: te perdono, te amo, se me olvidó tu mal, no te llevo cuentas, únicamente tengo para ti misericordia. Dios no es justo, Dios es misericordioso; y el juicio Divino es el perdón, es la cruz que me muestra que Dios entregó a su Hijo único para librarnos de nuestras culpas, Jesucristo pagó por nosotros con su Sangre Preciosa, es decir que valemos más que la Sangre Preciosa de Cristo para Dios.

Dios no es justo, Dios es misericordioso; la diferencia es que la justicia da de lo que se ha dado, en cambio la misericordia, da lo que no se merece: el amor, el perdón...
El Dios de Jesús es el Dios de la misericordia, el que paga la deuda por nosotros. Al final de nuestras vidas escucharemos: "Hoy mismo estarás conmigo en el paraíso". Y saber esto no me lleva a vivir una vida de pecado y libertinaje, sino que me seduce, me llama, me impacta, me enamora; me lleva a vivir ante un Dios que me perdona SIEMPRE.

Cuando uno conoce a un Dios así, sòlo dan ganas de amarlo, seguirlo y servirlo.

























jueves, 18 de octubre de 2012

"¿Por qué la conciencia de los jóvenes no se rebela contra el mal en la sociedad? ¿Por qué tantos se acomodan en comportamientos que ofenden la dignidad humana y desfiguran la imagen de Dios? Lo normal sería que la conciencia señalara el peligro mortal que encierra el hecho de aceptar tan fácilmente el mal y el pecado. Y en cambio, no siempre sucede así. ¿Será porque la misma conciencia está perdiendo la capacidad de distinguir el bien del mal?


Jóvenes, no cedáis a esa falsa moralidad en la que lo bueno es lo que me gusta o me es útil y lo malo es lo que me disgusta.. ¡No asfixiéis vuestras conciencias!"



Juan Pablo II. Homilía a los jóvenes en Denver 14/8/93


La conciencia: luz que guía mi camino

La conciencia es la capacidad que Dios nos ha dado de distinguir el bien del mal y de inclinar nuestra voluntad a hacer el bien y evitar el mal. La conciencia es tu propia inteligencia humana cuando juzga prácticamente sobre la bondad o la maldad de tus actos. Te ordena en el momento oportuno, practicar el bien y evitar el mal. Juzga las opciones concretas aprobando las buenas y denunciando las malas.

La conciencia te dice a cada momento lo que se debe y lo que no se debe hacer. Cuando haces algo bueno, la voz de tu conciencia te aprueba, cuando haces algo malo, esta misma voz te acusa y condena sin dejarte en paz. Pero su función no se limita a emitir un juicio después de que ya hiciste algo, sino que valora tus decisiones antes de que actúes y es testigo de tus actos.
La conciencia no es algo que podamos ver o tocar. Sin embargo, podríamos compararla con los elementos que forman un juicio: en él hay un juez que da la sentencia, un testigo que dice qué fue lo que pasó y una ley en la que el juez se basa para dar el veredicto. La conciencia es testigo de nuestros actos y para dar su sentencia como juez, se basa en las leyes naturales que Dios ha escrito en el corazón del hombre.

La conciencia recta conoce la verdad. Está atenta para iluminarte en cada momento de tu vida. Te aplaude cuando haces algo bueno y te recrimina cuando haces algo malo para abrirte el camino del arrepentimiento y del perdón. Una conciencia bien formada siempre te invitará a actuar de acuerdo con tus principios y convicciones, te impulsará a servir a los hombres, a promover lo positivo y eliminar lo negativo.

¿Por qué se dice que la conciencia es la voz de Dios?

Si tienes un momento, aprovecha para ver dentro de ti y descubrirás que en lo más profundo existe una ley que tú no escribiste. Desde pequeño, sabías que ciertas cosas eran malas o no permitidas, sin que nadie te lo hubiera dicho. Esta ley fue puesta por Dios en tu corazón y la conciencia la saca a relucir.


Por eso decimos que la conciencia es la voz de Dios, porque es el mismo Dios el que, al crear al hombre, le ha dado las leyes en las que se basa la conciencia para emitir sus juicios y dar sus consejos. Así que obedecer a la conciencia es obedecer a Dios, por eso es importante seguir siempre lo que ella nos dicta.


¿Puede la conciencia darme indicaciones falsas?

Desgraciadamente tu conciencia no es infalible, puede equivocarse cuando se ha deformado. Puede llegar a tener por bueno lo malo dándote indicaciones falsas o simplemente dejando de dártelas. Esto puede suceder por ignorancia, por los criterios del ambiente en el que vives, por criterios falsos que hayas interpretado como verdaderos o por debilidades repetidas.

Por eso es muy importante que tu conciencia conozca la verdad. Debes educar tu conciencia, formarla sólidamente para que te guíe hacia lo mejor: a crecer hacia la madurez.


¿Cómo se llega a deformar la conciencia?

Puedes estar seguro de que tu conciencia no se deformará de un día para otro.


La deformación de la conciencia generalmente es fruto de malos hábitos:

* Puedes deformar tu conciencia poco a poco, sin darte cuenta, si aceptas voluntariamente pequeñas faltas o imperfecciones en tus deberes diarios. A fuerza de ir diariamente haciendo las cosas "un poco mal", llega un momento en el que tu conciencia no hace caso de esas faltas y ya no te avisa de que tienes que hacer las cosas bien. Se convierte en una conciencia indelicada, que va resbalando de forma fácil del "un poco mal" al "muy mal".

* También puede suceder que deformes tu conciencia a base de repetirle principios falsos como: "No hay que exagerar", "Tómalo con calma", "Todo el mundo lo hace", "A cualquiera le puede pasar". Se convierte así en una conciencia adormecida, insensible e incapaz de darte señales de alerta. Esto se da principalmente por la pereza o la superficialidad, que te impiden entrar a ti mismo para analizar lo que haces.

* Puedes convertir tu conciencia en una conciencia domesticada si le pones una correa, con justificaciones de todos tus actos, cada vez que quiera llamarte la atención, por más malos que estos sean: "Lo hice con buena intención", "Se lo merecía", "Es que estaba muy cansado", etc. Es una conciencia que se acomoda a tu modo de vivir, se conforma con cumplir con el mínimo indispensable.

* También puede ser que tu conciencia sea una conciencia errónea, es decir, que te dé señales falsas porque no conoce la verdad. Esto puede ser por tu culpa o por culpa del influjo del ambiente en el que vives.

Hay varios tipos de conciencia errónea:

Conciencia ignorante. Es la que realmente no sabe si los actos son buenos o malos y permite que cometas actos malos sin darte cuenta de su maldad. Es el caso de cuando no conoces una ley y la quebrantas. Si no la conoces porque no tenías forma alguna de conocerla, entonces no tienes ninguna culpa; pero si no la conoces porque no querías conocerla, entonces pecas como si la conocieras.

Conciencia escrupulosa. Para este tipo de conciencia todo es malo. Es opresiva y angustiante pues recrimina hasta una imperfección natural exagerándola como si fuera una falta horrible.
Conciencia laxa. Es lo contrario de la escrupulosa. Este tipo de conciencia minimiza las faltas graves haciéndolas aparecer como pequeños errores sin importancia.
Conciencia farisaica. Es la que se preocupa por aparentar bondad ante los demás mientras en su interior hay pecados de orgullo y soberbia. Es hipócrita, quiere que todos piensen que es buena y eso es lo único que le importa. Se preocupa de cumplir las normas y reglas exteriores y se olvida de la caridad y de la justicia. Reza mucho, pero es la que más critica a los demás.

¿Cómo puedo darme cuenta de que mi conciencia está deformada?


Hay tres reglas importantes que debe seguir toda conciencia recta:


1. Nunca puedes hacer el mal para obtener un bien. En otras palabras: el fin no justifica los medios.


2. No hagas a otros lo que no quieres que te hagan a ti, o visto en forma positiva: trata a los demás como te gustaría que ellos te trataran.


3. Respeta siempre los actos de los demás y los juicios de su conciencia. Esto quiere decir que tu conciencia no debe juzgar los actos de los demás, sino únicamente los tuyos. "Cree todo el bien que oye y sólo el mal que ve."


Si te das cuenta de que tu conciencia viola alguna de estas reglas y no te avisa en el momento adecuado, ni te recrimina por ello, es muy factible pensar que está desviada o deformada.



Al percibir esto, lo mejor es poner enseguida manos a la obra para mejorar, teniendo en cuenta los siguientes tres aspectos:


1. Tienes obligación de formar tu conciencia de acuerdo con tus deberes personales, familiares, de estudiante y ciudadano; los 10 mandamientos, los mandamientos de la Iglesia y todas las responsabilidades que hayas contraído libremente. Esta obligación es tuya y nadie la puede cumplir en tu lugar.


2. Es necesario que actúes siempre con conciencia cierta, es decir, que los juicios de tu conciencia sean seguros y fundados en la verdad. Por ello debes, estudiar y preguntar cómo actuar correctamente.


3. Nunca olvides que si tu conciencia está deformada sin que tú seas culpable de ello, como podría ser porque alguien te aconsejó con criterios falsos, entonces la responsabilidad de tus actos es menor, pero si tu conciencia está deformada por tu propia decisión o negligencia, por no haber puesto los medios para formarla, entonces la responsabilidad de tus actos y su culpabilidad es mayor.


¿Qué puedo hacer para formar mi conciencia?


* Estudia el Evangelio y el Catecismo, infórmate de qué tratan los documentos del Papa y de la Iglesia. Recuerda que el pretexto de "es que nadie me lo había dicho", no sirve como excusa ante Dios, pues es propio de una persona madura formarse e informarse de las normas que deben regir su vida.


* Reflexiona antes de actuar. No te guíes por tus instintos o por los slogans que oyes, sino por convicciones serias y profundas. Recuerda que tampoco es buen argumento el "creí que era bueno porque todo el mundo lo hace".


* De vez en cuando revisa tu vida, buscando lo que Dios quiere de ti y viendo en qué puedes estar fallando.


* Pide ayuda y consejo a alguien que conozca bien su fe. Puede ser un sacerdote. Una visión objetiva y externa de tu vida siempre será útil. Muchas veces puedes estar ahogándote en un vaso de agua, pero verdaderamente te estás ahogando. Necesitas alguien que te diga que es sólo un vaso y te saque de él.


* Nada mejor que un buen examen de conciencia seguido por una buena confesión. Si te confiesas frecuentemente, tu conciencia se irá haciendo más delicada y más sensible a la voz de Cristo y a tus pequeñas faltas. Si esperas a tener un pecado "gordo" para confesarte, tu conciencia irá perdiendo sensibilidad a los detalles será cada vez más tosca y burda.


* Sé sincero contigo mismo, con Dios y con la persona que te guíe espiritualmente. Llámale a cada cosa por su nombre, sin tratar de justificar lo que haces o de darle nombres disfrazados que aparentemente le quitan importancia a los fallos y aún a los pecados graves.


* Actúa siempre de cara a Dios, con ganas de darle gusto a Él y no a los demás. Los criterios de los amigos, del "qué van a pensar de mí" o de "es la moda", no son criterios que justifiquen una mala acción.


* No te desanimes ante las caídas, aunque sean muy profundas. Aprende siempre a comenzar de nuevo. Nunca te dejes llevar por el "ya no lo voy a intentar, pues siempre vuelvo a caer en lo mismo".


* Forma hábitos buenos. Programa tu vida y tu tiempo y no te permitas ninguna imperfección voluntariamente aceptada.


Algunos grupos que promueven las "dinámicas de grupo" utilizan el chantaje emocional y tratan de manejar los afectos de los personas, presionándolos a hacer cosas indebidas y los terminan llevando a una pérdida total de su identidad y de sus convicciones personales. Te dirán que eres demasiado radical y "atrasado" si crees en el pecado. Que eres "mocho" si no te prestas con ellos para cosas que sabes que te alejarán de Dios. Si tienes una conciencia clara y el deseo de ser verdaderamente santo, podrás defenderte y hacer frente a la presión y chantaje que los demás desean imponer sobre ti.



Comentarios al autor: lplanas@catholic.net

miércoles, 17 de octubre de 2012

DECALOGO DE LA SERENIDAD

  1. Sólo por hoy trataré de vivir exclusivamente el día, sin querer resolver el problema de mi vida todo de una vez.
  2. Sólo por hoy tendré el máximo cuidado de mi aspecto, cortés en mis maneras, no criticaré a nadie y no pretenderé mejorar o disciplinar a nadie sino a mí mismo.
  3. Sólo por hoy seré feliz en la certeza de que he sido creado para la felicidad, no sólo en el otro mundo, sino también en este.
  4. Sólo por hoy me adaptaré a las circunstancias, sin pretender que todas las circunstancias se adapten a mis deseos.
  5. Sólo por hoy dedicaré diez minutos de mi tiempo a una buena lectura, recordando que, como el alimento es necesario para la vida del cuerpo, así la buena lectura es necesaria para la vida del alma.
  6. Sólo por hoy haré una buena acción y no lo diré a nadie.
  7. Sólo por hoy haré por lo menos una sola cosa que no deseo hacer, y si me sintiera ofendido en mis sentimientos, procuraré que nadie se entere.
  8. Sólo por hoy me haré un programa detallado. Quizá no lo cumpliré a cabalidad, pero lo redactaré y me guardaré de dos calamidades: la prisa y la indecisión.
  9. Sólo por hoy creeré aunque las circunstancias demuestren lo contrario, que la buena providencia de Dios se ocupa de mí como si nadie más existiera en el mundo.
  10. Sólo por hoy no tendré temores. De manera particular no tendré miedo de gozar de lo que es bello y creer en la bondad.

Puedo hacer el bien durante doce horas, lo que me descorazonaría si pensase tener que
hacerlo durante toda mi vida.

Papa Juan XXIII



VALORACIÓN DEL MATRIMONIO

Cuando llegué a casa esa noche, mientras mi esposa me servía la cena, le tome su mano y le dije, tengo algo q decirte... Ella se sentó y comió callada... La observe y vi el dolor en sus ojos... De pronto, no sabía cómo abrir mi boca, pero tenía q decirle lo q estaba pensando: "quiero el divorcio"... Ella no parecía estar disgustada por mis palabras y me preguntó ...


suavemente: por qué ? Esa noche no hablamos, y ella lloraba... Yo sabía q ella quería saber q estaba pasando con nuestro matrimonio, pero no pude contestarle... Sucedió que ella había perdido mi corazón a causa de otra mujer llamada Juana. Yo ya no amaba a mi esposa, ... Solamente le tenía lástima!

Con un gran sentido de culpabilidad, escribí un acuerdo de divorcio y en este acuerdo ella se quedaba con la casa, el carro y el 30% de nuestro negocio. Ella miró el acuerdo y lo rompió en pedazos! Ella pasó 10 años de su vida conmigo y éramos como extraños! Yo le tenía lástima, por todo su tiempo perdido, su energía, pero ya no podía cambiar, ... Yo amaba a Juana ! De pronto empezó a gritar y a llorar, como para desahogarse ... La idea del divorcio ahora era aún más clara para mí...

El próximo día llegué a casa y la encontré escribiendo en la mesa... No cené y me fui a dormir, estaba muy cansado de haber pasado el día con Juana... Cuando desperté, todavía estaba mi esposa escribiendo en la mesa... No me importó, me viré y seguí durmiendo... Por la mañana, mi esposa me presentó sus condiciones para el divorcio: no quería nada de mí, pero necesitaba un mes de aviso antes del divorcio... Me pedía en el divorcio que por un mes tendríamos q vivir como si nada hubiera pasado y llevarnos normal... Su razón era simple: nuestro hijo tenía todo ese mes exámenes y no quería molestarlo con nuestro matrimonio quebrantado...

Yo estuve de acuerdo, pero ella tenía otra petición: q me acordara cuando yo la cargue a nuestro cuarto el día que nos casamos ... Me pidió q, por ese mes, todos los días la cargara del cuarto hasta la puerta de salida de la casa ! Pensé q se estaba volviendo loca... Pero para q la fiesta fuera en paz, acepté. Le conté a Juana lo q mi esposa me pidió y Juana se reía en voz alta y dijo q era absurda esa petición, que no importaba q truco mi esposa usara, tendría q darle la cara al divorcio... Mi esposa y yo no teníamos contacto físico desde q expresé mis intensiones de divorcio, así q cuando la cargué el primer día, hasta la puerta del frente, los dos nos sentimos mal...

Nuestro hijo caminaba detrás aplaudiéndonos y diciendo: papá está cargando a mi mami en sus brazos! ... Sus palabras me dolieron mucho... Caminé los 10 metros con mi esposa en mis brazos. Ella cerró los ojos, y me dijo, en voz baja: no le digas a nuestro hijo del divorcio, por favor ... Asentí con el cabeza, un poco disgustado, y la bajé cuando llegué a la puerta, ... Ella se fue a esperar el transporte para ir al trabajo. Yo manejé solo al trabajo...

El segundo día, los dos estábamos más relajados, ella se apoyó en mi pecho y pude sentir su fragancia en su blusa... Me di cuenta q hacía tiempo que no la miraba detenidamente. Me di cuenta que ya no era tan joven, tenía algunas arrugas, algunas canas...! Era notable el daño de nuestro matrimonio ! Por un momento pensé y me pregunté: q fue lo que le hice?

El cuarto día, la cargué, sentí que la intimidad estaba regresando entre ambos ... Esta era la mujer que me dio 10 años de su vida, de su juventud ... En el quinto y sexto día, seguía creciendo nuestra intimidad... No le dije nada a Juana al respecto. Cada día era más fácil cargar a mi esposa y el mes se iba corriendo... Pensé q me estaba acostumbrando a cargarla, y que tal vez era por eso que se me hacía cada vez menos notable el cargar el peso de su cuerpo...

Un mañana ella estaba mirando q ponerse,... Se había probado muchos vestidos, pero no le servían! Quejándose dijo: mis vestidos se han puesto grandes y fue ahí q me di cuenta q estaba muy delgada! Y era esa en realidad la razón por la que yo ya no sentía su peso al cargarla... De pronto me di cuenta q se había enterrado mucho en el dolor y la amargura ... Sin darme cuenta, le toque su cabello ... Nuestro hijo entró al cuarto y dijo: papá llegó el momento de q cargues a mamá hasta la puerta ... Para mi hijo, ver a su padre, día tras día, cargar a su mamá hasta la puerta, se había convertido en una parte esencial de su vida ... Mi esposa lo abrazó, yo viré mi cara ... Sentí un gran temor q cambiaría mi forma de pensar sobre el divorcio ... Ya cargar a mi esposa en mis brazos hasta la puerta, se sentía igual que el primer día, el día de nuestra boda ... Ella acariciaba mi cuello natural y suavemente ... Yo la abrazaba fuertemente, igual q nuestra noche de bodas... La abracé y no me moví, pero la sentí tan livianita y delgada q me dio tristeza... El último día igual la abracé y no quería moverme, ... Le dije : no me di cuenta q ya no teníamos intimidad, ... Mi hijo iba para la escuela y yo manejé para la oficina,...

Salí del carro, sin cerrar la puerta, subí la escalera, Juana me abrió la puerta, y le dije: discúlpame, lo siento, no quiero divorciarme de mi esposa... Juana me miró , me preguntó si yo tenía fiebre ?! Y yo le dije: mi esposa y yo nos amamos,... Solo era q entramos en rutina y estábamos aburridos,... Hasta ahora, no valoramos los detalles de nuestra vida, pero desde q empecé a cargarla nuevamente, todos los días, del cuarto a la puerta, me doy cuenta que debo cargarla por el resto de nuestras vidas... Hasta la muerte!!! Juana empezó a llorar, me dio una bofetada y tiró la puerta...

Bajé las escaleras, me monté en el auto, llegué a la floristería y le compre flores a mi esposa,... La joven en la floristería me preguntó: q le escribo en la tarjeta, Sr. ? "te cargaré todas las mañanas, hasta q la muerte nos separe!!!", le dije ... Llegué a mi casa, con flores en las manos y una sonrisa, solo para ella, ... Corrí y subí las escaleras, entré en la habitación... Y encontré a mi esposa muerta !!! Mi esposa estaba batallando con la terrible enfermedad del cáncer y yo, estaba tan ocupado con Juana, q no me di cuenta...

Mi esposa sabía q se estaba muriendo y por eso me pidió un mes de aviso antes del divorcio, para q a nuestro hijo no le quedara un mal recuerdo de un divorcio, ... Para q no tuviera una reacción negativa !!! Para q, por lo menos a mi hijo, le quedara grabado en sus ojos y sus recuerdos, q su padre era un hombre maravilloso, un esposo q amaba a su esposa!!! Estos pequeños detalles son lo que importa en la vida, en una relación, ... No la casa, el carro, el dinero en el banco, ... Esto solo parece crear un ambiente que crees podría llevarte a la felicidad, pero en realidad : no es así !!! Trata de mantener tu matrimonio feliz... Recuerda siempre el primer día de esa linda historia...



Comparte esto en tu muro, quizás estés salvando un matrimonio...



No sabemos realmente ni valoramos lo q tenemos hasta que lo perdemos

jueves, 27 de septiembre de 2012

UN DÍA GRIS CON ESPERANZA

Un día como hoy, el aire se torna frío y pesado;
Las nubes cubren mi espacio y la luz no está tan brillante como ayer;
Me miro y puedo ver mi pequeñez, mi limitación;
No soy tan grande después de todo, no tan capaz como una vez pensé.

Pero siento la esperanza que me da alegría;
De tener cercano a un Dios que está más cerca de mí, que mi mismo;
Un Dios que no me deja solo; un Dios que siempre me acompaña así no lo pueda percibir con mis sentidos atrofiados por mis errores.

Lo único que puedo hacer es abrir mi corazón y confiar en la compañía de mi Padre que está en el cielo, entregarle mi trabajo imperfecto, mi ser tan limitado y ponerlo todo en sus manos;
Entregarle todo sin medida; sin prejuicios, sin pensarlo tanto; abrirme a la alegría de su salvación, clamar a Él con todo el corazón. Vivir con la certeza de un Dios que escucha el clamor; un Dios que no se olvida de la obra de sus manos.

miércoles, 26 de septiembre de 2012

REUNIÓN DE DEMONIOS

Satanás convocó una convencion de demonios. En su discurso de apertura dijo: No podemos hacer que los cristianos dejen de ir a la iglesia. No podemos evitar que lean su Biblia y conozcan la verdad. No podemos evitar que formen una relación íntima con su Salvador. Una vez que establecen esa conexión con Jesús, nuestro poder sobre ellos se pierde.


Así que déjenlos asistir a sus iglesias; déjenlos que tengan sus cenas con platos y cubiertos, pero róbenles su tiempo, de manera que no tengan tiempo para desarrollar una relación con Jesucristo.

Esto es lo que quiero que hagan, -dijo el diablo.

¡Distráiganlos de querer obtener esa unión con su Salvador y de querer mantener esa conexión vital durante todo el día!

- ¿Como haremos eso?, gritaron sus demonios. Manténganlos ocupados en las nimiedades de la vida e inventen innumerables proyectos que ocupen sus mentes, respondió.

Tiéntenlos a gastar, gastar y gastar, y a pedir prestado continuamente.

Persuadan a las esposas para que vayan a trabajar durante largas horas y a los esposos a trabajar 6 ó 7 días cada semana, de 10 a 14 horas al día, para que puedan costearse sus estilos de vida vacíos.

No dejen que pasen tiempo con sus hijos. ¡A medida que sus familias se fragmenten pronto, sus hogares no serán un escape a las presiones del trabajo!

Sobre-estimulen sus mentes para que no puedan escuchar esa pequeña voz. Tiéntenlos a que escuchen sus radios o reproductores de MP3 siempre que conduzcan sus vehículos. A que mantengan constantemente encendidos, en sus hogares, su televisión, reproductores mp3 y sus computadores. Tiénteles a perder el tiempo escribiendo cientos de mensajes con sus teléfonos móviles y pasando horas cada día leyendo nimiedades en las redes sociales. Esto atiborrará sus mentes y romperá esa unión con Cristo.

Llenen las mesas de centro con revistas y periódicos. Bombardeen sus mentes con noticias las 24 horas del día. Invadan los momentos en que conducen sus vehículos con noticieros. Inunden sus buzones de correo con correo basura, catálogos, rifas, y toda clase de boletines y anuncios ofreciendo gratuitamente productos, servicios y falsas esperanzas.

Pongan modelos bellas y delgadas en las revistas y en la TV para que sus esposos crean que la belleza exterior es lo que importa, y se sientan insatisfechos con sus esposas. Mantengan a las esposas demasiado agotadas para amar a sus esposos por la noche. ¡Denles dolores de cabeza también! Si ellas no les dan a sus esposos el amor que necesitan, ellos empezarán a buscar en otra parte. ¡Eso fragmentará sus familias rápidamente!

Denles a Papá Noel para distraerlos de enseñar a los niños el verdadero significado de la Navidad. Denles un conejo de Pascua para que no hablen sobre la resurrección de Cristo y el poder sobre el pecado y la muerte. Aún en sus horas de esparcimiento y distracción, háganlos que sean excesivos. Que regresen de divertirse agotados. Que estén demasiado ocupados como para poder disfrutar de la naturaleza y reflexionar sobre la creación de Dios. Por el contrario, envíenlos a parques de diversión, eventos deportivos, obras teatrales, conciertos, y al cine. ¡Manténganlos ocupados, ocupados y ocupados! Y cuando tengan reuniones de tipo espiritual, involúcrenlos en chismes y charlatanería para que salgan de allí con sus conciencias perturbadas. Atesten sus vidas con tantos interesantes motivos que no tengan tiempo para buscar el poder de Jesús. Pronto, estarán trabajando con sus propias fuerzas, sacrificando su salud y su familia por el bien de la causa. ¡Funcionará!

¡Era todo un plan! Los demonios se dispusieron animosos a sus tareas haciendo que los cristianos en todas partes se volviesen más ocupados y tuviesen que hacer las cosas más a prisa, yendo de aquí para allá y teniendo poco tiempo para su Dios o sus familias. Sin tiempo para hablar a otros acerca del poder de Jesús para cambiar sus vidas. Creo que la pregunta es "¿Ha tenido éxito el diablo con su plan?" ¡Se tú el juez!

“Nemo propheta acceptus est in patria sua”.
Nadie es profeta en su tierra Lucas, 4, 24.

Ramon A. Jacob (Diacono)
Arquidiocesis de Portland en Oregon



CUANDO SE CONFUNDE EL AMOR

La vida está llena de sorpresas, situaciones que nos admiran y al mismo tiempo nos entristecen.


El mundo y los hombres sin Dios, buscan a toda costa su propia felicidad, aun a costa de los demás. El amor de Dios nos invita a dar sin esperar nada, a llevar el perdón y el sacrificio, que son la moneda del amor con la que se compra la verdadera felicidad. Espero que aproveches estas reflexiones para que ames de verdad, con las características reales del amor, y no te conviertas en un producto de la sociedad que no solo te lleva al capricho de no pensar en los demás, sino a llenarte de ti mismo.

El amor es paciente y da tiempo a la relación para que crezca.
El capricho es impaciente, imprudente, impulsivo e irrazonable.

El amor se controla a sí mismo y desea lo mejor para el otro.
El capricho es obstinado y exige que se hagan las cosas a su manera.

El amor se centra en la persona y en su carácter y no sólo en sus rasgos exteriores.
El capricho se basa sobre expectativas y condiciones idealistas, irreales y egoístas.

El amor no puede separarse de Aquel (Dios) que es amor; por eso va junto con la fe, a la que da significado, y ésta pone propósito en el amor.
El capricho se enreda con las sensaciones del momento y con frecuencia aleja a Dios.

El amor se edifica en la aceptación de sí mismo y supone lo mejor en el otro mediante una confianza implícita.
El capricho, con frecuencia, está inseguro de sí mismo, lo que le pone celoso y hace posesivo del otro. Esto se manifiesta en peleas constantes.

El amor se construye sobre la amistad, si se rompe la relación, cada uno queda mejor por haberse conocido.
El capricho tiene una base insegura, y deja cicatrices y recuerdos dolorosos.

El amor es veraz y se caracteriza por una comunicación sincera y honrada.
El capricho es falso, porque teme compartir su verdadero yo y ser rechazado.

El amor es fiel a los valores personales, aunque arriesgue la terminación de la relación.
El capricho puede cometer acciones objetables por temor a perder al otro.

El amor soporta los altibajos de la vida, porque sabe que los sentimientos y las circunstancias no alteran el compromiso de amar.
El capricho crea nerviosismo en la amistad.

El amor mejora la calidad de una persona.
El capricho y sus traumas, consumen la energía, lo que hace sufrir en los estudios, el trabajo y la amistad; por lo tanto, sufre la calidad de la persona.

El amor mejora la confianza en sí mismo.
El capricho tiende a engendrar dependencia y sentimientos inadecuados acerca de sí mismo.

El amor crece con el tiempo y perdura a pesar de la separación.
El capricho se debilita con el tiempo y la separación.

No dejes de tomar tu decisión, pero no tardes mucho, pues puede ser que sea el señor Capricho que llevas dentro, que te tiene atado y no te deja crecer...

El amor de Dios nos invita a dar sin esperar nada, a perdonar, que son la moneda del amor con la que se compra la verdadera felicidad.


Autor: P. Dennis Doren L.C.
Fuente: Catholic.net

miércoles, 19 de septiembre de 2012

SANTIFICACIÓN DEL TRABAJO


«Todo trabajo humano honesto, intelectual o manual, —enseña san Josemaría— debe ser realizado por el cristiano con la mayor perfección posible —competencia profesional— y con perfección cristiana —por amor a la voluntad de Dios y en servicio de los hombres—. Porque hecho así, ese trabajo humano, por humilde e insignificante que parezca la tarea, contribuye a ordenar cristianamente las realidades temporales —a manifestar su dimensión divina— y es asumido e integrado en la obra prodigiosa de la Creación y de la Redención del mundo: se eleva así el trabajo al orden de la gracia, se santifica, se convierte en obra de Dios, operatio Dei, opus dei».

El trabajo —«participación en la obra creadora de Dios»— la actividad profesional que cada uno desempeña en el mundo, puede ser santificada y convertirse en camino de santificación. «Al haber sido asumido por Cristo, el trabajo se nos presenta como realidad redimida y redentora: no sólo es el ámbito en el que el hombre vive, sino medio y camino de santidad, realidad santificable y santificadora». Cualquier trabajo honrado realizado con perfección humana y rectitud, ya sea importante o humilde a los ojos de los hombres, es ocasión de dar gloria a Dios y de servir a los demás.

Y «al esforzarnos codo con codo en los mismos afanes con nuestros compañeros, con nuestros amigos, con nuestros parientes, podremos ayudarles a llegar a Cristo». Primero, con el ejemplo personal, y después con la palabra y con el deseo eficaz de contribuir a resolver las necesidades materiales y los problemas sociales del entorno.

No podemos ofrecer al Señor algo que, dentro de las pobres limitaciones humanas, no sea perfecto, sin tacha, efectuado atentamente también en los mínimos detalles: Dios no acepta las chapuzas. No presentaréis nada defectuoso, nos amonesta la Escritura Santa, pues no sería digno de El. Por eso, el trabajo de cada uno, esa labor que ocupa nuestras jornadas y energías, ha de ser una ofrenda digna para el Creador, operatio Dei, trabajo de Dios y para Dios: en una palabra, un quehacer cumplido, impecable.


Allí donde están vuestros hermanos los hombres, allí donde están vuestras aspiraciones, vuestro trabajo, vuestros amores, allí está el sitio de vuestro encuentro cotidiano con Cristo. Es, en medio de las cosas más materiales de la tierra, donde debemos santificarnos, sirviendo a Dios y a todos los hombres.


Sigue en el cumplimiento exacto de las obligaciones de ahora. —Ese trabajo —humilde, monótono, pequeño— es oración cuajada en obras que te disponen a recibir la gracia de la otra labor —grande, ancha y honda— con que sueñas.

Hacer todo por Amor

Hacedlo todo por Amor. —Así no hay cosas pequeñas: todo es grande. —La perseverancia en las cosas pequeñas, por Amor, es heroísmo.

Somos nosotros hombres de la calle, cristianos corrientes, metidos en el torrente circulatorio de la sociedad, y el Señor nos quiere santos, apostólicos, precisamente en medio de nuestro trabajo profesional, es decir, santificándonos en esa tarea, santificando esa tarea y ayudando a que los demás se santifiquen con esa tarea. Convenceos de que en ese ambiente os espera Dios, con solicitud de Padre, de Amigo; y pensad que con vuestro quehacer profesional realizado con responsabilidad, además de sosteneros económicamente, prestáis un servicio directísimo al desarrollo de la sociedad, aliviáis también las cargas de los demás y mantenéis tantas obras asistenciales —a nivel local y universal— en pro de los individuos y de los pueblos menos favorecidos.

No lo debemos olvidar: en todas las actividades humanas, tiene que haber hombres y mujeres con la Cruz de Cristo en sus vidas y en sus obras, alzada, visible, reparadora; símbolo de la paz, de la alegría; símbolo de la Redención, de la unidad del género humano, del amor que Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo, la Trinidad Beatísima ha tenido y sigue teniendo a la humanidad.

El Rey Midas

En nuestra conducta ordinaria, necesitamos una virtud muy superior a la del legendario rey Midas: él convertía en oro todo cuanto tocaba.

—Nosotros hemos de convertir —por el amor— el trabajo humano de nuestra jornada habitual, en obra de Dios, con alcance eterno.

Nunca compartiré la opinión —aunque la respeto— de los que separan la oración de la vida activa, como si fueran incompatibles.

Los hijos de Dios hemos de ser contemplativos: personas que, en medio del fragor de la muchedumbre, sabemos encontrar el silencio del alma en coloquio permanente con el Señor: y mirarle como se mira a un Padre, como se mira a un Amigo, al que se quiere con locura.

Un secreto. —Un secreto, a voces: estas crisis mundiales son crisis de santos.

—Dios quiere un puñado de hombres "suyos" en cada actividad humana. —Después... "pax Christi in regno Christi" —la paz de Cristo en el reino de Cristo.

San Josemaría Escrivá (fundador del Opus Dei)






lunes, 3 de septiembre de 2012

HAY QUE SER MÁS COHERENTES

El semáforo se puso amarillo justo cuando él iba a cruzar en su automóvil y, como era de esperar, hizo lo correcto: se detuvo en el paso cebra de peatones, a pesar de que podría haber rebasado la luz roja, acelerando a través de la intersección. La mujer que estaba en el automóvil detrás de él estaba furiosa. Le tocó el claxon con insistencia durante un largo rato e hizo comentarios negativos en voz alta, ya que por culpa suya no pudo avanzar a través de la intersección… y para colmo, se le cayó el celular y se le estropeó el maquillaje.



En medio de su pataleta, oyó que alguien le tocaba el cristal de la puerta. Allí, parado junto a ella, estaba un policía mirándola muy seriamente. El oficial le ordenó salir de su coche con las manos arriba, y le detuvo. Le llevó a la comisaría donde le revisaron de arriba abajo, le tomaron fotos, las huellas dactilares y le pusieron en una celda.

Después de un par de horas, un policía se acercó a la celda y abrió la puerta. La señora fue escoltada hasta el mostrador, donde el agente que la detuvo estaba esperando con sus efectos personales:


– “Señora, lamento mucho este error”, le explicó el policía. “Le mandé bajar mientras usted se encontraba tocando el claxon repetidamente, como queriendo pasar por encima al automóvil de delante, maldiciendo, gritando improperios y diciendo palabras soeces. Mientras la observaba, me percaté de que de su retrovisor colgaba un Rosario y que su coche tiene en el parachoques un adhesivo que dice ‘¿Qué haría Jesús en mi lugar?’. Además, ví un adhesivo que decía ‘Yo escojo la Vida’ y otro que decía ‘Sígueme el Domingo a la Iglesia’ y, finalmente, el emblema cristiano del pez. Como es de esperar, supuse que el automóvil era robado.”


Este simpático relato muestra la importancia de ser coherentes entre lo que creemos y lo que hacemos. Para ser cristiano no basta con ir a la Iglesia los domingos o leer el evangelio de vez en cuando, porque el cristianismo es un estilo de vida. Así que la próxima vez que vayas en el coche, o de compras al supermercado, o te encuentres atendiendo algún cliente, recuerda que el mundo te está mirando y espera ver coherencia en ti.

Ramon A. Jacob (Diacono)


Arquidiocesis de Portland en Oregon

Locutor100@yahoo.com




viernes, 31 de agosto de 2012

RECONCÍLIATE CON TU PASADO

La primer palabra que Jesús resucitado dice a sus discípulos es: "la paz".

Es la paz por consiguiente el regalo después de la pascua del Señor, regalo que todos necesitamos para poder caminar, para poder avanzar, porque la falta de paz no deja caminar o como un reino dividido no puede subsistir, si dentro de ti hay guerra, ese conflicto agota tu energía y dentro dentro de ti está el aliento de Dios que debe dejarse actuar, por eso, de los hombres pueden salir cosas hermosas, obras altruistas, el mismo cuerpo humano es de carácter divino, su inteligencia, sus pensamientos, sus sentimientos; pero tantas veces usamos esos dones para dañar, matar; sin embargo Dios no nos deja de amar y nos mandó a su Hijo único para que aprendamos a vivir como hijos suyos, además, nos regala su Espíritu Santo, estamos destinados o llamados a ser como Él, a tener sus sentimientos.

Cada uno de nosotros somos únicos y Dios nos ama. Aún en casos difíciles Dios nos acompaña, aún en momentos sin salida, donde no encontramos respuesta, donde todo está en tiniebla por nuestro pecado o por el pecado ajeno, cuando decimos ya no más, Señor ayúdame que no puedo con esto, Él en su infinita misericordia nos consuela y nos muestra el camino, nos abra puertas, nos acompaña. Porque hemos sido creados para florecer, para alcanzar la plenitud y hoy es el momento, no hay por que detenerse, no podemos estacionarnos o detenernos por falta de luz, hay que seguir, hemos sido creados para levantarnos de nuestros sepulcros, Jesús ya lo ha hecho y nos acompaña diciéndonos: hoy es tu turno, levántate, yo estoy contigo, deja atrás la sordera, la ceguera, la mudez.

Dios no nos creo para fracazar, somos la hechura de sus manos, no hay por que temer, porque los temores nos hacen fugitivos, no nos dejan ser, nos persiguen, vienen de nuestro pasado y dañan todo lo nuestro y nos matan las esperanzas, nos despiertan los más antiguos y profundos traúmas y fantasmas.

Así que ánimo, yo he vencido al mundo dice el Señor.
        
                                               Tomado de predicación de Fray Nelson Medina

jueves, 23 de agosto de 2012

AGUANTA UN POCO MAS



Se cuenta que en Inglaterra había una pareja que gustaba de visitar las pequeñas tiendas del centro de Londres. Al entrar en una de ellas se quedaron prendados de una hermosa tacita. ¿Me permite ver esa taza? preguntó la señora, ¡nunca he visto nada tan fino!

En las manos de la señora, la taza comenzó a contar su historia:

Usted debe saber que yo no siempre he sido la taza que usted está sosteniendo.

Hace mucho tiempo era solo un poco de barro. Pero un artesano me tomó entre sus manos y me fue dando forma. Llegó el momento en que me desesperé y le grité:

“¡Por favor, ya déjeme en paz!” Pero él sólo me sonrió y me dijo: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”. Después me puso en un horno. ¡Nunca había sentido tanto calor! Toqué a la puerta del horno y a través de la ventanilla pude leer sus labios que me decían: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.

Cuando al fin abrió la puerta, mi artesano me puso en un estante. Pero, apenas me había refrescado, me comenzó a raspar, a lijar. No sé cómo no acabó conmigo. Me daba vueltas, me miraba de arriba a abajo. Por último me aplicó meticulosamente varias pinturas. Sentía que me ahogaba. “Por favor déjame en paz”, le gritaba a mi artesano; pero él solo me decía: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.

Al fin, cuando pensé que había terminado aquello, me metió en otro horno, mucho más caliente que el primero. Ahora si pensé que terminaba con mi vida. Le rogué y le imploré a mi artesano que me respetara, que me sacara, que si se había vuelto loco. Grité, lloré; pero mi artesano sólo me decía: “aguanta un poco más, todavía no es tiempo”.

Me pregunté entonces si había esperanza. Si lograría sobrevivir a aquellos tratos y abandonos. Pero por alguna razón aguanté todo aquello. Fue entonces que se abrió la puerta y mi artesano me tomó cariñosamente y me llevó a un lugar muy diferente.

Era precioso. Allí todas las tazas eran maravillosas, verdaderas obras de arte, resplandecían como solo ocurre en los sueños. No pasó mucho tiempo cuando descubrí que estaba en una fina tienda y ante mi había un espejo. Una de esas maravillas era yo. ¡No podía creerlo! ¡Esa no podía ser yo!

Mi artesano entonces me dijo: “yo sé que sufriste al ser moldeada por mis manos, mira tu hermosa figura. Sé que pasaste terribles calores, pero ahora observa tu sólida consistencia, sé que sufriste con las raspadas y pulidas, pero mira ahora la finura de tu presencia. Y la pintura te provocaba nauseas, pero contempla ahora tu hermosura. Y, ¿si te hubiera dejado como estabas? ¡Ahora eres una obra terminada! ¡Lo que imaginé cuando te comencé a formar! “



Tú eres una tacita en las manos del mejor alfarero. Confíate en sus amorosas manos aunque muchas veces no comprendas por qué permite tu sufrimiento.



“Nemo propheta acceptus est in patria sua”.
Nadie es profeta en su tierra Lucas, 4, 24.



Ramon A. Jacob (Diàcono)

Arquidiocesis de Portland en Oregon

Locutor100@yahoo.com



viernes, 17 de agosto de 2012

La Asunción de la Virgen María

La Asunción de la Virgen María

Es un dogma de fe que María Santísima fue llevada al cielo en cuerpo y alma, Acontecimiento que celebramos el 15 de agosto.
Explicación de la fiesta
La Asunción es un mensaje de esperanza que nos hace pensar en la dicha de alcanzar el Cielo, la gloria de Dios y en la alegría de tener una madre que ha alcanzado la meta a la que nosotros caminamos.

Este día, recordamos que María es una obra maravillosa de Dios. Concebida sin pecado original, el cuerpo de María estuvo siempre libre de pecado. Era totalmente pura. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado.

También, tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre María y cómo ella supo responder a éstas. Ella alcanzó la Gloria de Dios por la vivencia de las virtudes. Se coronó con estas virtudes.
La maternidad divina de María fue el mayor milagro y la fuente de su grandeza, pero Dios no coronó a María por su sola la maternidad, sino por sus virtudes: su caridad, su humildad, su pureza, su paciencia, su mansedumbre, su perfecto homenaje de adoración, amor, alabanza y agradecimiento.

María cumplió perfectamente con la voluntad de Dios en su vida y eso es lo que la llevó a llegar a la gloria de Dios.

En la Tierra todos queremos llegar a Dios y en esto trabajamos todos los días. Esta es nuestra esperanza. María ya ha alcanzado esto. Lo que ella ha alcanzado nos anima a nosotros. Lo que ella posee nos sirve de esperanza.

María tuvo una enorme confianza en Dios y su corazón lo tenía lleno de Dios.
Ella es nuestra Madre del Cielo y está dispuesta a ayudarnos en todo lo que le pidamos.

Un poco de historia
El Papa Pío XII definió como dogma de fe la Asunción de María al Cielo en cuerpo y alma el 1 de noviembre de 1950.

La fiesta de la Asunción es “la fiesta de María”, la más solemne de las fiestas que la Iglesia celebra en su honor. Este día festejamos todos los misterios de su vida.
Es la celebración de su grandeza, de todos sus privilegios y virtudes, que también se celebran por separado en otras fechas.
Este día tenemos presente a Cristo por todas las gracias que derramó sobre su Madre, María. ¡Qué bien supo Ella corresponder a éstas! Por eso, por su vivencia de las virtudes, Ella alcanzó la gloria de Dios: se coronó por estas virtudes.

María es una obra maravillosa de Dios: mujer sencilla y humilde, concebida sin pecado original y, por tanto, creatura purísima. Su alma nunca se corrompió. Su cuerpo nunca fue manchado por el pecado, fue siempre un templo santo e inmaculado de Dios.

En la Tierra todos queremos llegar a Dios y por este fin trabajamos todos los días, ya que ésa es nuestra esperanza. María ya lo ha alcanzado. Lo que ella ya posee nos anima a nosotros a alcanzarlo también.

María tuvo una enorme confianza en Dios, su corazón lo tenía lleno de Dios. Vivió con una inmensa paz porque vivía en Dios, porque cumplió a la perfección con la voluntad de Dios durante toda su vida. Y esto es lo que la llevó a gozar en la gloria de Dios. Desde su Asunción al Cielo, Ella es nuestra Madre del Cielo.



Autor: Teresa Fernández
Fuente: Catholic.net



















jueves, 19 de julio de 2012

¿Cuál es el camino?


Tantas veces en nuestra vida nos hacemos las pregunta: ¿cuál es el camino?; y pueden surgir muchas respuestas, las más comunes son las que la sociedad ha establecido como meta: la realización profesional, los logros profesionales o académicos, el bienestar, el deporte, el aparecer, el conseguir cosas... todo un montón de caminos que se colocan en frente, son importantes, sí verdaderamente, pero no logran llenar completamente el corazón del hombre y no son el fin último del ser humano.

Pero Dios nos muestra un camino diferente, un camino que no se termina ni con la muerte, un camino para caminar por siempre y ese camino es el Amor; porque el camino que lleva al hombre a la plenitud es el amor. Ya el Señor nos enseña en el Evangelio como Él mismo se quita el manto siendo el Señor y lava los pies a sus discípulos como acto de amor puro, invitándonos a hacer lo mismo si queremos ser felices.

Por esta razón vamos a anunciar algunos aspectos que nos ayudarán a vivir y a manifestar este caminar:


¿Cuál es el camino?, el camino es el amor manifestado con palabras: los seres humanos tenemos la capacidad de expresar amor a través de las palabras, podemos construir amor cuando decimos cosas bellas a quienes nos rodean, tenemos la posibilidad de crear lazos más fuertes con palabras de aliento, reconocimiento, ternura; es a partir de las palabras que dos enamorados se pueden expresar cuanto se aman. Así que la invitación es a amar con las palabras.




¿Cuál es el camino?, el camino es el amor manifestado con contacto físico: se nos ha regalado un cuerpo que se adapta a diferentes condiciones externas, sea frío, calor, esfuerzo, dolor... pero este cuerpo también está diseñado por Dios para que abracemos, para que observemos con amor, para que besemos, para que acariciemos; a través de nuestro cuerpo podemos manifestar mucho amor y un amor sobre todo tangible, concreto, difícil de olvidar, que marca el corazón de quien se siente amado por este amor. Por eso el llamado es a amar con el contacto físico.



¿Cuál es el camino?, el camino es el amor manifestado con los hechos: los deseos humanos valen realmente cuando se ponen en marcha y se trabaja para realizarlos, sucede igualmente en el amor, el amor no es sólo decir palabras bellas, ni tener contacto físico con las personas, el amor se demuestra con hechos. Nadie ama más que quien da la vida por sus amigos dice el Señor, esto se da cuando somos capaces de renunciar a nuestros intereses para hacer que mi hermano sea feliz, un ejemplo de hecho de amor podría ser renunciar a alguna actividad personal que es importante para mi  y dejarla de lado para ayudar a quien me necesita ayuda. Hay hechos de amor que pueden ser grandes y otros que pueden ser pequeños, lo importante es hacerlo con amor y sin esperar nada a cambio siempre como sirviendo si fuera al mismo Señor. El amor se vive con hechos.



Queda pues la propuesta de seguir este camino, que día a día ha de alimentarse a través de la fuente misma del Amor que es Dios, el amor que no tiene límites, el amor que nunca decepciona, el amor que te enseña a amar, el prototipo de amor... El que es el amor mismo; por eso cuando te preguntes ¿cuál es el camino?; la respuesta ha de ser: el camino es el amor.

miércoles, 22 de febrero de 2012


«Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (Hb 10, 24)

Queridos hermanos y hermanas

La Cuaresma nos ofrece una vez más la oportunidad de reflexionar sobre el corazón de la vida cristiana: la caridad. En efecto, este es un tiempo propicio para que, con la ayuda de la Palabra de Dios y de los Sacramentos, renovemos nuestro camino de fe, tanto personal como comunitario. Se trata de un itinerario marcado por la oración y el compartir, por el silencio y el ayuno, en espera de vivir la alegría pascual.

Este año deseo proponer algunas reflexiones a la luz de un breve texto bíblico tomado de la Carta a los Hebreos: «Fijémonos los unos en los otros para estímulo de la caridad y las buenas obras» (10,24). Esta frase forma parte de una perícopa en la que el escritor sagrado exhorta a confiar en Jesucristo como sumo sacerdote, que nos obtuvo el perdón y el acceso a Dios. El fruto de acoger a Cristo es una vida que se despliega según las tres virtudes teologales: se trata de acercarse al Señor «con corazón sincero y llenos de fe» (v. 22), de mantenernos firmes «en la esperanza que profesamos» (v. 23), con una atención constante para realizar junto con los hermanos «la caridad y las buenas obras» (v. 24). Asimismo, se afirma que para sostener esta conducta evangélica es importante participar en los encuentros litúrgicos y de oración de la comunidad, mirando a la meta escatológica: la comunión plena en Dios (v. 25). Me detengo en el versículo 24, que, en pocas palabras, ofrece una enseñanza preciosa y siempre actual sobre tres aspectos de la vida cristiana: la atención al otro, la reciprocidad y la santidad personal.

1. “Fijémonos”: la responsabilidad para con el hermano.

El primer elemento es la invitación a «fijarse»: el verbo griego usado es katanoein, que significa observar bien, estar atentos, mirar conscientemente, darse cuenta de una realidad. Lo encontramos en el Evangelio, cuando Jesús invita a los discípulos a «fijarse» en los pájaros del cielo, que no se afanan y son objeto de la solícita y atenta providencia divina (cf. Lc 12,24), y a «reparar» en la viga que hay en nuestro propio ojo antes de mirar la brizna en el ojo del hermano (cf. Lc 6,41). Lo encontramos también en otro pasaje de la misma Carta a los Hebreos, como invitación a «fijarse en Jesús» (cf. 3,1), el Apóstol y Sumo Sacerdote de nuestra fe. Por tanto, el verbo que abre nuestra exhortación invita a fijar la mirada en el otro, ante todo en Jesús, y a estar atentos los unos a los otros, a no mostrarse extraños, indiferentes a la suerte de los hermanos. Sin embargo, con frecuencia prevalece la actitud contraria: la indiferencia o el desinterés, que nacen del egoísmo, encubierto bajo la apariencia del respeto por la «esfera privada». También hoy resuena con fuerza la voz del Señor que nos llama a cada uno de nosotros a hacernos cargo del otro. Hoy Dios nos sigue pidiendo que seamos «guardianes» de nuestros hermanos (cf. Gn 4,9), que entablemos relaciones caracterizadas por el cuidado reciproco, por la atención al bien del otro y a todo su bien. El gran mandamiento del amor al prójimo exige y urge a tomar conciencia de que tenemos una responsabilidad respecto a quien, como yo, es criatura e hijo de Dios: el hecho de ser hermanos en humanidad y, en muchos casos, también en la fe, debe llevarnos a ver en el otro a un verdadero alter ego, a quien el Señor ama infinitamente. Si cultivamos esta mirada de fraternidad, la solidaridad, la justicia, así como la misericordia y la compasión, brotarán naturalmente de nuestro corazón. El Siervo de Dios Pablo VI afirmaba que el mundo actual sufre especialmente de una falta de fraternidad: «El mundo está enfermo. Su mal está menos en la dilapidación de los recursos y en el acaparamiento por parte de algunos que en la falta de fraternidad entre los hombres y entre los pueblos» (Carta. enc. Populorum progressio [26 de marzo de 1967], n. 66).

La atención al otro conlleva desear el bien para él o para ella en todos los aspectos: físico, moral y espiritual. La cultura contemporánea parece haber perdido el sentido del bien y del mal, por lo que es necesario reafirmar con fuerza que el bien existe y vence, porque Dios es «bueno y hace el bien» (Sal 119,68). El bien es lo que suscita, protege y promueve la vida, la fraternidad y la comunión. La responsabilidad para con el prójimo significa, por tanto, querer y hacer el bien del otro, deseando que también él se abra a la lógica del bien; interesarse por el hermano significa abrir los ojos a sus necesidades. La Sagrada Escritura nos pone en guardia ante el peligro de tener el corazón endurecido por una especie de «anestesia espiritual» que nos deja ciegos ante los sufrimientos de los demás. El evangelista Lucas refiere dos parábolas de Jesús, en las cuales se indican dos ejemplos de esta situación que puede crearse en el corazón del hombre. En la parábola del buen Samaritano, el sacerdote y el levita «dieron un rodeo», con indiferencia, delante del hombre al cual los salteadores habían despojado y dado una paliza (cf. Lc 10,30-32), y en la del rico epulón, ese hombre saturado de bienes no se percata de la condición del pobre Lázaro, que muere de hambre delante de su puerta (cf. Lc 16,19). En ambos casos se trata de lo contrario de «fijarse», de mirar con amor y compasión. ¿Qué es lo que impide esta mirada humana y amorosa hacia el hermano? Con frecuencia son la riqueza material y la saciedad, pero también el anteponer los propios intereses y las propias preocupaciones a todo lo demás. Nunca debemos ser incapaces de «tener misericordia» para con quien sufre; nuestras cosas y nuestros problemas nunca deben absorber nuestro corazón hasta el punto de hacernos sordos al grito del pobre. En cambio, precisamente la humildad de corazón y la experiencia personal del sufrimiento pueden ser la fuente de un despertar interior a la compasión y a la empatía: «El justo reconoce los derechos del pobre, el malvado es incapaz de conocerlos» (Pr 29,7). Se comprende así la bienaventuranza de «los que lloran» (Mt 5,4), es decir, de quienes son capaces de salir de sí mismos para conmoverse por el dolor de los demás. El encuentro con el otro y el hecho de abrir el corazón a su necesidad son ocasión de salvación y de bienaventuranza.

El «fijarse» en el hermano comprende además la solicitud por su bien espiritual. Y aquí deseo recordar un aspecto de la vida cristiana que a mi parecer ha caído en el olvido: la corrección fraterna con vistas a la salvación eterna. Hoy somos generalmente muy sensibles al aspecto del cuidado y la caridad en relación al bien físico y material de los demás, pero callamos casi por completo respecto a la responsabilidad espiritual para con los hermanos. No era así en la Iglesia de los primeros tiempos y en las comunidades verdaderamente maduras en la fe, en las que las personas no sólo se interesaban por la salud corporal del hermano, sino también por la de su alma, por su destino último. En la Sagrada Escritura leemos: «Reprende al sabio y te amará. Da consejos al sabio y se hará más sabio todavía; enseña al justo y crecerá su doctrina» (Pr 9,8ss). Cristo mismo nos manda reprender al hermano que está cometiendo un pecado (cf. Mt 18,15). El verbo usado para definir la corrección fraterna —elenchein—es el mismo que indica la misión profética, propia de los cristianos, que denuncian una generación que se entrega al mal (cf. Ef 5,11). La tradición de la Iglesia enumera entre las obras de misericordia espiritual la de «corregir al que se equivoca». Es importante recuperar esta dimensión de la caridad cristiana. Frente al mal no hay que callar. Pienso aquí en la actitud de aquellos cristianos que, por respeto humano o por simple comodidad, se adecúan a la mentalidad común, en lugar de poner en guardia a sus hermanos acerca de los modos de pensar y de actuar que contradicen la verdad y no siguen el camino del bien. Sin embargo, lo que anima la reprensión cristiana nunca es un espíritu de condena o recriminación; lo que la mueve es siempre el amor y la misericordia, y brota de la verdadera solicitud por el bien del hermano. El apóstol Pablo afirma: «Si alguno es sorprendido en alguna falta, vosotros, los espirituales, corregidle con espíritu de mansedumbre, y cuídate de ti mismo, pues también tú puedes ser tentado» (Ga 6,1). En nuestro mundo impregnado de individualismo, es necesario que se redescubra la importancia de la corrección fraterna, para caminar juntos hacia la santidad. Incluso «el justo cae siete veces» (Pr 24,16), dice la Escritura, y todos somos débiles y caemos (cf. 1 Jn 1,8). Por lo tanto, es un gran servicio ayudar y dejarse ayudar a leer con verdad dentro de uno mismo, para mejorar nuestra vida y caminar cada vez más rectamente por los caminos del Señor. Siempre es necesaria una mirada que ame y corrija, que conozca y reconozca, que discierna y perdone (cf. Lc 22,61), como ha hecho y hace Dios con cada uno de nosotros.

2. “Los unos en los otros”: el don de la reciprocidad.

Este ser «guardianes» de los demás contrasta con una mentalidad que, al reducir la vida sólo a la dimensión terrena, no la considera en perspectiva escatológica y acepta cualquier decisión moral en nombre de la libertad individual. Una sociedad como la actual puede llegar a ser sorda, tanto ante los sufrimientos físicos, como ante las exigencias espirituales y morales de la vida. En la comunidad cristiana no debe ser así. El apóstol Pablo invita a buscar lo que «fomente la paz y la mutua edificación» (Rm 14,19), tratando de «agradar a su prójimo para el bien, buscando su edificación» (ib. 15,2), sin buscar el propio beneficio «sino el de la mayoría, para que se salven» (1 Co 10,33). Esta corrección y exhortación mutua, con espíritu de humildad y de caridad, debe formar parte de la vida de la comunidad cristiana.

Los discípulos del Señor, unidos a Cristo mediante la Eucaristía, viven en una comunión que los vincula los unos a los otros como miembros de un solo cuerpo. Esto significa que el otro me pertenece, su vida, su salvación, tienen que ver con mi vida y mi salvación. Aquí tocamos un elemento muy profundo de la comunión: nuestra existencia está relacionada con la de los demás, tanto en el bien como en el mal; tanto el pecado como las obras de caridad tienen también una dimensión social. En la Iglesia, cuerpo místico de Cristo, se verifica esta reciprocidad: la comunidad no cesa de hacer penitencia y de invocar perdón por los pecados de sus hijos, pero al mismo tiempo se alegra, y continuamente se llena de júbilo por los testimonios de virtud y de caridad, que se multiplican. «Que todos los miembros se preocupen los unos de los otros» (1 Co 12,25), afirma san Pablo, porque formamos un solo cuerpo. La caridad para con los hermanos, una de cuyas expresiones es la limosna —una típica práctica cuaresmal junto con la oración y el ayuno—, radica en esta pertenencia común. Todo cristiano puede expresar en la preocupación concreta por los más pobres su participación del único cuerpo que es la Iglesia. La atención a los demás en la reciprocidad es también reconocer el bien que el Señor realiza en ellos y agradecer con ellos los prodigios de gracia que el Dios bueno y todopoderoso sigue realizando en sus hijos. Cuando un cristiano se percata de la acción del Espíritu Santo en el otro, no puede por menos que alegrarse y glorificar al Padre que está en los cielos (cf. Mt 5,16).

3. “Para estímulo de la caridad y las buenas obras”: caminar juntos en la santidad.

Esta expresión de la Carta a los Hebreos (10, 24) nos lleva a considerar la llamada universal a la santidad, el camino constante en la vida espiritual, a aspirar a los carismas superiores y a una caridad cada vez más alta y fecunda (cf. 1 Co 12,31-13,13). La atención recíproca tiene como finalidad animarse mutuamente a un amor efectivo cada vez mayor, «como la luz del alba, que va en aumento hasta llegar a pleno día» (Pr 4,18), en espera de vivir el día sin ocaso en Dios. El tiempo que se nos ha dado en nuestra vida es precioso para descubrir y realizar buenas obras en el amor de Dios. Así la Iglesia misma crece y se desarrolla para llegar a la madurez de la plenitud de Cristo (cf. Ef 4,13). En esta perspectiva dinámica de crecimiento se sitúa nuestra exhortación a animarnos recíprocamente para alcanzar la plenitud del amor y de las buenas obras.

Lamentablemente, siempre está presente la tentación de la tibieza, de sofocar el Espíritu, de negarse a «comerciar con los talentos» que se nos ha dado para nuestro bien y el de los demás (cf. Mt 25,25ss). Todos hemos recibido riquezas espirituales o materiales útiles para el cumplimiento del plan divino, para el bien de la Iglesia y la salvación personal (cf. Lc 12,21b; 1 Tm 6,18). Los maestros de espiritualidad recuerdan que, en la vida de fe, quien no avanza, retrocede. Queridos hermanos y hermanas, aceptemos la invitación, siempre actual, de aspirar a un «alto grado de la vida cristiana» (Juan Pablo II, Carta ap. Novo millennio ineunte [6 de enero de 2001], n. 31). Al reconocer y proclamar beatos y santos a algunos cristianos ejemplares, la sabiduría de la Iglesia tiene también por objeto suscitar el deseo de imitar sus virtudes. San Pablo exhorta: «Que cada cual estime a los otros más que a sí mismo» (Rm 12,10).

Ante un mundo que exige de los cristianos un testimonio renovado de amor y fidelidad al Señor, todos han de sentir la urgencia de ponerse a competir en la caridad, en el servicio y en las buenas obras (cf. Hb 6,10). Esta llamada es especialmente intensa en el tiempo santo de preparación a la Pascua. Con mis mejores deseos de una santa y fecunda Cuaresma, os encomiendo a la intercesión de la Santísima Virgen María y de corazón imparto a todos la Bendición Apostólica.

Vaticano, 3 de noviembre de 2011


BENEDICTUS PP. XVI