Un día como hoy, el aire se torna frío y pesado;
Las nubes cubren mi espacio y la luz no está tan brillante como ayer;
Me miro y puedo ver mi pequeñez, mi limitación;
No soy tan grande después de todo, no tan capaz como una vez pensé.
Pero siento la esperanza que me da alegría;
De tener cercano a un Dios que está más cerca de mí, que mi mismo;
Un Dios que no me deja solo; un Dios que siempre me acompaña así no lo pueda percibir con mis sentidos atrofiados por mis errores.
Lo único que puedo hacer es abrir mi corazón y confiar en la compañía de mi Padre que está en el cielo, entregarle mi trabajo imperfecto, mi ser tan limitado y ponerlo todo en sus manos;
Entregarle todo sin medida; sin prejuicios, sin pensarlo tanto; abrirme a la alegría de su salvación, clamar a Él con todo el corazón. Vivir con la certeza de un Dios que escucha el clamor; un Dios que no se olvida de la obra de sus manos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario