martes, 22 de noviembre de 2011

LA SANACIÓN INTERIOR

Hace pocos días estuve en un retiro espiritual y quiero compartir algunas frases:

  • La oración es la aventura que termina en la presencia de Dios.
  • Los problemas, inconvenientes y dificultades en la vida terminan cuando nos dejamos ver por Dios, porque necesitamos ser tocados por la mirada de Dios que es perdón.
  • Es necesario sanar la raíz, porque cuando se sana la raíz , se sanan todas las derivaciones del pecado; una forma de realizarlo es a través del Sacramento de la Reconciliación.
  • ¿Cuál es la raíz de lo que enferma mi alma?
  • Lo que uno decide hacer con su vida debe hacerlo por amor, sabiendo que amar es difícil.
  • Hay una cantidad de vacíos que sólo pueden llenarse con el perdón de Dios.
  • Una cosa debo tener clara: Dios me conoce, me ama y me perdona.
  • Todo arrepentimiento de corazón Dios lo perdona en el Sacramento de la Reconciliación.
  • Un signo de que Jesús nos quiere sanos es que siempre estuvo sanando a los enfermos y afligidos.
  • La sanación viene de Dios, de Jesús que se siente de mi debilidad.
  • El pecado es la raíz de toda enfermedad.
  • Muchas enfermedades son reflejo de todo aquellos que no nos deja vivir, pero Jesús vino a sanarnos y por eso se entregó por nosotros, él puede sanar heridas profundas donde no puede llegar ciencia alguna.
  • Las heridas han surgido de un proceso de año a año, por eso la sanación es un proceso de año a año.
  • ¿Cómo sanarme?
  1. Conocer la raíz de la herid.
  2. Buscar quien ore por mi.
  3. Abrir el corazón a Dios.
  4. Pedir el don de la oración que es el Espíritu Santo.
  • La comunidad sana y ayuda a encontrarle sentido a la vida, allí acontece Dios para perdonarme y sanarme.
  • Ensaya a perdonarte, Dios me quiere perdonar, empieza el proceso.
  • Todo hombre desde su nacimiento está llamado a la unión con Dios.
  • Desajustes normales: miedos, rabias, rencores...
  • Nos espera la tarea de ser santos alimentados por la Eucaristía, la oración, el perdón, la supremacía de la Gracia, alimentados por la Palabra de Dios.
  • El nuevo modo de santidad va a necesitar un nuevo modo de oración, ya sin tantas palabras, más de contemplación que es mirarlo fijamente a Él.
  • Hay que meter en proceso la vida, reconocer el camino que uno eligió y aceptarlo, asumir la realidad, personalizarse de ella.
  • Una vez que uno asume y acepta su realidad, el crecimiento se va dando, así sea entre subidas y bajadas; teniendo en cuenta que las crisis son las mejores oportunidades para crecer.
  • Toda vida espiritual es una misión, un proceso, que a medida que pasa el tiempo se va simplificando.
  • Hay una relación directa entre Eucaristía y sanación.
  • La comunión es el alimento que sana.
  • ¿Cómo es mi fe?
  • Cuanta vida nos perdemos por no creer, aguantando la vida.
  • No somos huecos por dentro, Dios habita en nosotros, no moriremos para siempre.
  • ¿Me he sentido invitado a cenar con el Señor?
  • Dios me ama: ¿cuando lo he experimentado?
  • Sin amor nada soy, lo que nos manda el Señor es que nos amemos los unos a los otros.
  • Que nadie se quede sin recibir la Eucaristía que es el pan de nosotros los pecadores y que nos sana.
  • Todos los días es necesario creer en el amor.
  • Es necesario pedir sanar el corazón al recibir la comunión.
  • Hay que postrarse en el Santísimo Sacramento y pedirle que nos muestre como debemos amar.
  • Cada comunión debe ser alimento sabroso con sabor a todo aquellos que nos gusta.
  • Jesús decía a sus discípulos inmersos en la tormenta: ánimo no teman que Soy Yo.
  • ¿Por qué no se curan todos? Por la falta de fe, los santos fueron personas con dolores y sufrimientos internos, muy enfermos. Esto les enseño a aprender a aceptar a entender y a ver a Dios, Jesús en sus sufrimientos.
  • A nosotros no nos corresponde pedir sino por los otros, los enfermos, los demás.
  • Ser maduro es aceptar la enfermedad.
  • Al Señor le corresponde hacer lo que considere bueno para cada uno.
  • Pedro se sintió amado por Jesús luego de negarlo tres veces.
  • Cuando uno entienede es como cuando ve.
  • En la vida espiritual se empieza a ver y a revelar la presencia de Dios con la oración en la vivencia personal.
  • Los limpios de corazón verán a Dios : el que no deja enturbiarlo por el egoísmo, el odio, el rencor. Por eso es necesario aprender a caminar en la presencia de Dios, en mi dificultad, en mi lucha.
  • El hombre es capaz de Dios.
  • Abrir el corazón al otro nos hace transparentar en el otro nuestros sentimientos.
  • El cristiano de hoy o será un místico o no será nada.
  • Si me quiero perdonar y sanar debo girar en el amor.
  • En el atardecer de la vida nos juzgaran en el amor.
  • La santidad no es la ausencia de pecado, sino el crecimiento en la fe, la esperanza y el amor.
  • Quien nos capacita para tener un corazón limpio es el mismo Dios.
  • El perdón y la sanación es un regalo de Dios.
  • Hay que aprender a mirar a Dios en el otro.
  • Cuando perdono estoy creando al otro.
  • Hay que mirar a Dios con una mirada nueva, con su mirada que limpia, purifica, sana enriquece, alumbra.
  • Debo dejarme enriquecer por la mirada de Dios, que me alumbre e ilumine y que también me llene de su mirada para conmigo mismo y los demas
  • No te pido mas, sino que me mires.
Pbr Francisco Javier Jaramillo
Carmelita

miércoles, 16 de noviembre de 2011

JÓVENES CONTRACORRIENTE

¿Qué está pasando con nuestros niños?

Se están quedando sin infancia, parecen adolecentes, estimuilados por aparatos, mucha información, rapidez… Los juegos tradicionales ya no son comunes, las rivalidades son continuas, no se alimentan bien, no tienen tiempo, no tienen alimento espiritual, manejan un lenguaje vulgar, sufren de estrés, se deprimen.

¿Qué hacer ante esta situación?

Es necesario mostrarles el camino correcto, corregirlos con amor, guiarlos.

La realidad realidad de lo que está pasando con los niños y adolecentes está preocupando a la sociedad actual, nuestros niños y adolecentes se están deprimiendo, se están suicidando y tienen problemas de todo tipo. Parece ser que esto responde a una presión que hace la sociedad acerca de cómo deben ellos ser. Los adultos y los jóvenes no se ponen de acuerdo, ¿qué pasó?, hay desconfianza, miedo mutuo, muchos problemas, inconvenientes, se ve la juventud de una manera muy compleja.

Pero los jóvenes son un grupo excelente con muchos valores humanos, pero que viven rodeados de un ambiente amenazante que desafía los hermosos valores.

En el año de 1939 las tropas alemanas de Hitler entraron en Polonia y así comenzó la Segunda Guerra Mundial, luego se extendió por toda Europa, venciendo países como Francia y dominándolos totalmente. ¿Cómo defenderse? Lo habían perdido todo, pero les quedaba su voluntad y entonces surgió un movimiento llamado LA RESISTENCIA: fue la lucha desde abajo contra la Alemania Nazi y con su ayuda se logró la libertad de Francia.

En la historia de la Humanidad se ha mostrado que los que han cambiado el mundo han sido personas que han pensado y no se han dejado doblegar por las situaciones difíciles: La India consiguió su libertad con la no violencia que les enseñó Gandi, sin armas, sin ejército, sin disparar, simplemente con la resistencia valiente y pacífica de un pueblo que mantuvo sus valores.

Son muchos los ejemplos de resistencia en donde algunos pocos se resistieron a ser lo que les imponían, sino que conservaron sus valores y se resistieron a dejar de ser lo que tenían que ser.

El mundo nos muestra un montón de amenazas que nos llaman a ser como ellos quieren que seamos, pero lo que hay que hacer es resistir: es la lucha de la resistecia. Nos han dicho, pero en cambio resistamos.

Nos han dicho que la vida tiene que ser fácil, yo en cambio les digo: vale más cuando es difícil.

Hay que desconfiar cuando las cosas son fáciles porque algo malo esconden, las cosas rara vez son fáciles, cuando nacimos estabamos ensangrentados, desnudos, con sangre; y a partir de ahí todo fue complicado: los primeros pasos fueron antecedidos de muchas caídas, fue difícil entrar en la vida escolar, es difícil amar, es difícil perdonar, es difícil ser excelentes, es difícil estudiar, la vida no es fácil, y el que diga lo contrario miente, la vida nunca se gana pasando agachado por todos los desafíos. Nunca llegarás lejos si no aprendes a volar alto y para volar alto hay que hacer mucho esfuerzo: si quieres cosas grandes, las tienes que sudar y luchar.

Nuestra sociedad enseña la línea del menor esfuerzo, tan mediocre que enseña a hacer las cosas mal hechas y sin esfuerzo, pero hay que esforzarse para triunfar.

Estamos acostumbrados a desconfiar de lo barato, es igual con la vida: lo fácil es malo, no vale la pena, lo que vale la pena es lo difícil y es lo que obliga a crecer a ampliar el corazón, a utilizar todas las potencialidades.

Nos han dicho que la trampa a la vida funciona, yo en cambio les digo: no seas tramposo, se fiel a ti mismo.

Las trampas en Colombia han generado desconfianza en la inversión extrangera, por los robos, engaños, viveza, deshonestidad, mediocridad, mala calidad.

Pero no necesitamos de la trampa, tenemos capacidades, valores, podemos trabajar mas duro. Cada vez que una persona hace trampa engaña a los demás, pero a si mismo no lo puede hacer, y cada vez que lo hace, lo que está afirmándose a si mismo es que no sirve: ¿le confiarías a un médico tramposo la operación de tu madre?

La mayoría de las veces le dan a uno tan sólo una oportunidad, entonces toca aprovecharla con esfuerzo, sin trampa. No ser tramposo hará más difícil y demorado lograr objetivos, pero será un logro propio, no una mentira disfrazada.

Nos han dicho que podemos burlarnos de la gente distinta, por su espiritualidad, responsabilidad, valores, pureza, belleza y debemos respetar a los malevos, los irreverentes, yo en cambio les digo: admiren lo bueno, los valores, el conocimiento, lo espiritual.

La historia ha mostrado que aquellos que mantienen unos buenos principios logran triunfar; por ejemplo la persona espiritual ha desarrollado fuerza para afrontar la dificultad, en cambio el que no tiene grandeza espiritual se cae ante la dificultad.

Admiren no a la persona que vivió para si misma, sino aquella que vivió para entregar su vida a los demás, admiren al que se respeta a si mismo, al que ama el conocimiento, no admiren los reyecitos de lo fácil y cómodo.

Nos han dicho que todo es para el servicio propio y por el servicio propio, yo en cambio les digo: trabajen para el bien de todos.

Hemos aprendido desde niños que uno tiene que pensar en uno, sólo en uno mismo, lo que siento, ser amado, lo que me gusta, lo que me agrada. El yo es muy importante, pero también existen los demás, existe un mundo de todos, un ser humano que no piensa en los demás está perdiendo su esencia de ser humano.

A veces encerrados en nosotros mismos pensamos que no somos entendidos, pero ¿hacemos algún esfuerzo para comprender a alguien?, ¿nos interesamos por los demás?. Terminamos peleando con los demás por defenderse a uno mismo, sólo mi conveniencia, olvidando la conveniencia de todos. Pensar en los que sufren, dejar de ser egoístas, aprender a trabajar en grupo, en comunidad es necesario para el beneficio común y el desarrollo de las personas.

Nos han dicho que saquemos excusas, yo en cambio les digo: no saquen excusas.

Dejar a un lado las excusas, asumir las responsabilidades, no tapar los errores, no esconderse en que todos lo hacen así, o es la primera vez, o que es normal, o que sufro mucho. Uno es responsable de sus actos, la gente excelente jamás saca excusas.

CONCLUSIÓN

Todo hombre está lleno de algo bueno y grande en su interior, pero debe tomar la decisión de resaltar lo bueno sobre lo malo. Nos dirán que todos hacen lo malo, háganlo ustedes también. Pero hay que resistir, el amor es valioso, la espiritualidad es valiosa, tengan valores, sean diferentes, luminosos, bellos, diferentes, llenen de esperanza, saquen la basura de su interior, no se arruguen, sean capaces de ser diferentes.

EL LARGO CAMINO DEL PROFETA ELÍAS DESDE EL DESIERTO HASTA EL MONTE HOREB

“¡Levántate y Come!
Si no el camino sería demasiado largo para ti” 1 Re 19,7

Elías, tú ¿qué buscas?

Todas las personas recibimos el mismo llamamiento: amar y ser amadas. Las formas, en las que vivimos este llamamiento, pueden ser muy diversas. Una importante medida de ello puede ser nuestra nost-algia, que nos arrastra cada vez más hacia la meta, a la que somos llamados: amar más y dejarnos amar cada vez más por Dios y por las personas. Pero ¿cómo sigo yo la nost-algia? En realidad, verdaderamente uno puede no ponerse en camino, cuando no se sabe con certeza dónde aterrizará al final.

Un ejemplo de este viaje a lo incierto es la historia de Elías en el Horeb, 1Re 19,1-13. La actuación de Elías fue coronada por el éxito y su confianza en Dios pareció pagada. Pero después cayó en la persecución y tuvo que huir...

Elías huye al desierto. Es un lugar adonde no se va voluntariamente, un lugar misantrópico. El camino le continúa conduciendo siempre al desierto. El agua es escasa, la soledad le lleva a la duda de si la confianza en Dios ha merecido verdaderamente la pena. Se puede uno imaginar a este hombre solitario, cómo se arrastra por el desierto sin una meta firme; detrás de él sus enemigos, delante absolutamente nada, sólo desierto. Finalmente se abandona. Se tumba en el suelo y se desea la muerte. Está cansado de huir y sólo quiere morir. Cuando se duerme se le acerca un ángel, le trae pan y agua y le despierta con las palabras: “Come y bebe”.

Quizás nos queramos preguntar:
  • ¿Dónde me siento extraño?
  • ¿A qué me siento impulsado?
  • ¿Dónde tengo la impresión de que estoy en un lugar inadecuado, al que no pertenezco?
O quizás:
  • ¿Ante qué desearía sencillamente huir?
  • Presentar todo esto a Dios en la oración, las preocupaciones y necesidades, quizás también el agotamiento.
Pero, después también:

  • ¿Qué me
    mueve?
  • ¿Dónde me encuentro un “ángel”, que me da fuerzas para continuar?
  • También contemplar esto en la presencia de Dios.
Elías come y bebe y se levanta de nuevo. Evidentemente no comprende en absoluto que aquí está su posibilidad de continuar, de vivir, de alcanzar una meta. De nuevo le toca el ángel y le dice: “Levántate y come, si no el camino sería demasiado largo para ti”.

  • ¿Qué me impide continuar, aún cuando tenga la posibilidad de hacerlo?
  • ¿Qué resistencias hay en mí? ¿Temores, preocupaciones por el futuro, que me bloquean?
  • ¿Hay situaciones que me provocan, me fortalecen y me permiten partir?
Y Elías anda de nuevo. Fortalecido pasa cuarenta días y cuarenta noches en el desierto hasta que llega al monte Horeb. Cuando pernocta en una cueva, Dios le habla y le pregunta: “¿Qué haces aquí?” Elías cuenta cómo ha trabajado por Dios duramente, cómo ha hecho todo para que Dios fuera adorado y cómo esto sólo le ha producido persecución ¿Qué puedo yo decir también? Uno es perseguido, huye al desierto, casi cae muerto de sed y después Dios le pregunta “¿Qué haces aquí?”. Ésta es generalmente la pregunta más importante. Dios no le encomienda la misión siguiente, sino que le pregunta a Elías qué quiere. Por primera vez, se trata de Elías y no de que esté terminado un trabajo.

Podríamos hacernos las siguientes preguntas:

Dios responde y se da cita con Elías delante de la cueva y le llama. Primero viene una violenta tormenta, pero Dios no estaba en la tormenta. Después un terremoto sacude el lugar, pero Dios no estaba en el terremoto. Después un fuego, pero Dios no estaba tampoco en el fuego. Estos acontecimientos naturales grandes y poderosos son válidos como signos en los que se reconoce a Dios. Sin embargo, Elías escucha una brisa ligera, muy suave y Elías reconoce a Dios en ella, se cubre el rostro y sale fuera de la cueva. Y de nuevo Dios le pregunta: “¿Qué buscas aquí?
  • ¿Qué busco en mi profesión, en mi formación, en mis amistades y relaciones?
  • ¿Qué emerge aquí?
  • ¿Qué me atrae?
  • ¿Qué me ha conducido aquí?
  • La presencia de Dios está oculta para nosotros. A pesar de ello Su amor nos encuentra siempre de nuevo, por lo general en las personas, que tienen las mejores intenciones para nosotros. La Palabra de Dios tiene siempre para nosotros una lengua humana.
Hagámonos las siguientes preguntas:

  • ¿Conozco aquello de mi coloquio con Dios que, de repente, en la vida diaria halla su resonancia?
  • ¿Reconozco que, de repente, algunas personas me ayudan a continuar en el punto en que yo me quedo detenido en la oración o en la meditación personal?
  • ¿Puedo descubrir el afecto de Dios en lo que me rodea?
  • Quizás en lugar de grandes liturgias y celebraciones ¿en otro sitio muy diferente?
  • ¿Y cómo respondo a ello?
Con Elías se puede conocer a un Dios que nos pregunta: “Tú ¿qué buscas?”
Situarnos con este Dios y examinar nuestras búsquedas puede hacernos bien; puede ayudarnos a
encontrar nuestro hogar.
AnsgarWiedenhaus, S.J.
Impulso Espiritual. Jesuiten 2005/3

jueves, 3 de noviembre de 2011

¿Qué quiere Dios de mí?

Hay personas que piensan que son ellos los que han elegido a Cristo, y es justo lo contrario: es el Señor quien le ha elegido. La persona lo que tiene que hacer es responder a esa llamada de Dios a la fe, a la vocación, o a la vida matrimonial.

En numerosas ocasiones se pierde la perspectiva porque pensamos que todo depende de nosotros, de nuestras fuerzas exclusivamente humanas. Esto no es así. Mi fie siempre es una respuesta a Aquel que me la da.

¿Cómo puedo saber qué quiere Dios de mí? ¿Coincide lo que Dios quiere con lo que yo quiero?

Si estamos demasiado pendiente de nosotros mismos no podemos descubrir la voluntad de Dios sobre nosotros. Necesitamos descentrarnos de nosotros. Dios tiene que ser el centro de nuestros intereses y proyectos. Es necesario descubrir la presencia de Jesús en los que nos rodean y sorprendernos por las realidades que salen a mi paso cada día.
Con las personas nos sucede que creemos que ya las conocemos, que sabemos de sus discursos, de sus gustos, de sus manías, de sus aspectos positivos o negativos; qué fácilmente las encasillamos, las hacemos incluso objeto para nosotros. Pero si ponemos un poco de atención nos damos cuenta de cómo nos pueden sorprender, porque cada día podemos descubrir algo nuevo en ellas.

Lo mismo nos pasa cuando leemos el Evangelio, narraciones que se repiten muchas veces, y que ya hasta de memoria las hemos aprendido, pero si las leemos con atención, podemos descubrir muchísimas cosas nuevas en ellas. Es necesario detenernos en los simples detalles que pasamos por encima, porque ellos nos muestran aspectos importantes de las narraciones.

Necesitamos abrir nuestro corazón al Espíritu, que hace nuevas todas las cosas cada día, que pone su novedad y creatividad en mi corazón, y que me va preparando para transformarme cada día en una criatura más apta para el Reino de Dios, que puede mostrar la presencia de los valores del Evangelio, si dejo que sea Él quien me vaya modelando en el silencio y en todos los momentos de la vida.

La persona orante tiene que aprender cada día o descubrir en el silencio las llamadas de Dios a seguirle, a vivir su compromiso como cristiano, a descubrir el proyecto de Dios para él y para el mundo. En nuestra vida aparecen los signos de la presencia de Dios. Dios no nos habla con la misma voz de las personas que nos rodean, pero Dios está comunicándose con nosotros.

En nuestra oración y nuestra vida se dan signos de la presencia de Dios. Necesitamos y debemos verlos con serenidad; para poder juzgarlos en la misma clave en la cual son enviados por Dios. La persona inmadura es aquella que vive en la superficialidad, se queda solamente en la cáscara, en lo externo, en lo agradable o desagradable de ellos y no pasa más allá de las apariencias. Saber ver en profundidad las cosas es algo esencial, de aquí la necesidad de hacer un discernimiento en la oración.

El discernimiento debemos hacerlo sobre las diferentes situaciones de nuestra vida, y sobre nuestro crecimiento en el camino de la oración y de la vivencia espiritual. En el proceso de oración quien no se esfuerza cada día en mejorar, pierde hasta lo poco que había logrado.
¿Elegimos aquellas cosas que nos ayudan a intergrarnos, a vivir centrados en Jesús, o elegimos las que nos alejan de Él.

Martin valverde