“Ya no será necesario, que unos a otros, amigos y parientes, tengan que instruirse para que me conozcan, porque todos, desde el más grande hasta el más pequeño, me conocerán”. (Jeremías 31,34).
“Pero el Señor no estaba en el viento… tampoco estaba en el terremoto… no estaba en el fuego. Pero después se oyó un sonido suave y delicado…” (1 Reyes 19,11-13).
“El Señor es brisa matutina suave y serena, no viento huracanado, ni terrible terremoto, ni incendio demoledor…” San Antonio de Padua.
El Señor en medio de ti es un guerrero que salva, Él se goza y se complace en ti, te ama y se alegra con júbilo, como en día de fiesta”. Sofonías 3,17.
“Desde el vientre paterno, tú eres mi Dios”. Salmo 21
La biblia está llena de relatos de FE en los cuales el Dios cierto se deja experimentar, se deja saborear. Uno sólo puede experimentarlo, sentirlo, encontrarlo con certeza y eficacia. Si uno no tiene experiencia personal de Dios, simplemente no tiene FE. Porque este Dios que experimentemos como certeza en la Fe, es el Dios de Jesucristo, y no lo podemos inventar o suponer porque ya está claro y evidente en el evangelio.
-Para poder tener una buena relación con Dios, uno tiene que encontrarlo amoroso, amable, simpático, alegre, cómplice, complaciente, misericordioso, tierno, comprensivo, generoso… un verdadero Dios. Sólo así, sin miedo, sin susto, persona a persona, se atreve a la experiencia íntima con Dios.
-A Dios le encanta el encuentro con el hombre. Un encuentro efectivo, directo, personal, un encuentro cierto y dichoso.
-Dios se permite en la Fe de cada hombre, como relación íntima, directa y personal. Con cada hombre que acoge a la Fe, Dios desarrolla una amistad secreta y misteriosa, pero cierta y eficaz.
-En la intimidad con Dios, el hombre se hace dueño de su existencia. Es tan íntima la Fe, que requiere ser registrada como un diario amoroso en el cuaderno de Fe, o libro de la vida personal. La intimidad con Dios requiere cotidianizarse, sólo así la Fe le reporta a uno la felicidad permanente. Y uno en la relación con Dios puede agarrarse con El, pelear con El, enfrentarse con El, también la pelea hace parte de la relación íntima.
Y Dios responde, El no es bobo, El sabe responderle a uno, al llamado, al grito, a la protesta, a la queja… Dentro de la Fe de Dios responde siempre con amor.
-Si la experiencia de Dios es cierta, íntima e individual, la tarea de convencer a otro a la Fe es muy delicada. Yo no tengo la forma de que otro sienta a Dios como yo lo siento. Yo al otro puedo decirle que vaya y se tire en el silencio a ver si siente a Dios, a ver s a Dios se le ocurre decirle algo… Resulta que no sintió nada, pues qué se va a hacer, ya será otro día en otro momento. Yo no puedo hacer que sienta lo que sólo Dios deja sentir. Es una experiencia íntima, personal…
Pero de una cosa sí estoy convencido, de que Dios se deja sentir, se deja palpar. Es una sensación particular que no se puede convertir en materia unificada. Es la experiencia cierta de la Divinidad, usted lo siente, sabe que es verificable sólo para usted.
¡Qué puede ver el otro de mi experiencia con Dios? Sólo los efectos la alegría, la serenidad, el sentido de vida, Dios se llena en la palabra de uno; pero de ahí a que otro pueda experimentar la intimidar con Dios como yo la experimenté, no, porque la intimidad es única e incomparable, secreta y privada.
¡Qué pesar no dejar uno la huella de la intimidad de Dios ¡
¡Quiero que seas Tú, el sol de mis claridades. Porque, yo no alcanzo ni a ser antorcha en estos momentos desolados. Y, que sea lo que quieras, mi buen Dios ¡
Una Presencia que Anima: Dios se muestra al hombre, se acerca y se facilita para el encuentro con este. Dios es misterio, pero comunicativo, o sea, abierto para su conocimiento. Dado que Cristo no es un fantasma, sino la mejor presencia de Dios entre los hombres, la mejor respuesta nuestra es el acrecimiento de la Fe de la persona.
La presencia de Dios es diferente a la invención de dioses. El hombre se inventa no sólo ídolos, son también falsas y distorsionadas versiones, que desvirtúan la Fe de la gente. Una de esas invenciones, tal vez es la más frecuente, es la de un Dios represivo, que asusta… que da miedo. Un Dios distorsionado, en lugar de fomentar la relación cotidiana y afectiva en el creyente, propicia más bien una relación esporádica, asustadiza, falsa, corta e impersonal.
Las Lecturas: 1 Reyes 19,9a-11;13; Romanos 9,1-5; Mateo14,22-3,nos dan las bases ciertas acerca de cómo es la presencia de Dios frente al hombre y cómo propicia el encuentro comunicacional, afectivo, directo, cierto y dichoso. No es exactamente mido lo que Dios busca propiciar en el hombre con su presencia, sino encuentro amoroso. Y en el amor jamás puede existir el miedo (“no tengas miedo…” dice: Jesús). De aquí puede deducirse fácilmente, dado que el amor humano es de raíz divina (fue Dios quien se inventó tal “locura” y “fantasía” que le resulta al hombre que lo vive de verdad como algo suyo y maravilloso), que tampoco en este amor puede existir miedo.
La tierra es parte de la creación divina, allí habita el “mimado de Dios”, el hombre, compartiendo casa con miles de especies, y en ésta puede el hombre encontrar evidencia de su creador, pero en la evidencia no se agota Dios. La evidencia reta al encuentro directo que es la presencia amorosa y hermosa.
La presencia de Dios busca que el hombre lo conozca para que pueda salir de su ignorancia frente a El, porque así también nel hombre gana en su propia sabiduría. Crist5o es la mejor presencia de Dios, en El se conoce cabalmente lo divino, y en El se vislumbra la ideal condición de todo hombre. Por eso es Maestro y Señor de vida para quienes tienen Fe con El. A más Fe, más conocimiento de Dios y de uno mismo, y más certeza en esa relación de presencia salvadora. Comprendidas así las cosas de Dios, quien evangeliza se apropia con certeza de esa palabra de Cristo, que conmueve y seduce: ¡ANIMO¡
Cuando hay Fe, cuando se ha llegado al final en camino de Fe, aunque se haya pecado, el tiempo de espera para el encuentro dura sólo un día, hoy. Así lo dijo Jesús en la cruz al ladrón bueno que aún muriendo encontró la Fe, así fuera para morir: “Hoy estarás conmigo en mi reino”. ¡La misericordia de Dios siempre desborda nuestra compresión de todo¡.
Al comienzo pensé: era solo la lluvia de Dios que me mojaba; pero luego comprendí: era un aguacero que me envolvía del todo, a su amaña y antojo. ¡El terminó por definirlo todo, y yo terminé por acogerlo en todo ¡
“Pero no es posible agradar a Dios sin tener Fe” (Hebreos 11,6; 1 Juan 4,7-21)
“Cuando améis no digáis: Dios está en mí, sino: Yo estoy ahora en el corazón de Dios.” Jalil Gibrán
“El amor emana de Dios, es Dios y vuelve a Dios” Dicho árabe.
El que se hace grato a Dios, es amado de El” Libro de la Sabiduría.
“Sabemos que a los aman a Dios, todo les sirve para el bien”. Romanos 8,28.
“Pedid y se os dará, buscad y encontraréis, llamad y se os abrirá” Mateo 7,7.
El amor, como una bendición, nos viste de gracia”. Elkin Restrepo.
El que me ama guarda mi palabra y mi Padre lo amará, y vendremos a él y haremos morada en él” Juan 14, 21-26.
“Porque si amáis sólo a los que os aman qué premio tendréis… Sed perfectos como vuestro Padre celestial es perfecto” Mateo 5,43-48.
“Cuando Dios no aparece más en ti, el amor está presente y pronto te lo manifiesta”. Jacob Boehme.
“Si a Dios le das tu corazón, el te da el suyo: ¡Oh, qué intercambio tan valioso¡ Tú te elevas, El se rebaja”. Silesius.
“Temer a Dios está muy bien, pero es mejor amarlo. Mejor aún que el amor es en El ser hallado. Silesius.
“Donde no hay amor, pon amor y recogerás amor” San Juan de la Cruz.
“Ama y haz lo que quieras” San Agustín.
Deuteronomio 6,2-6
Hebreos 7,23-28.
La Fe especial relación de amor con Dios y con el prójimo: En la Fe cierta Dios deposita en la mente y en el corazón de cada hombre su mandamiento único: el amor. No es un conocimiento conceptual, sino una sabiduría interna que brota como nacimiento de agua pura.
La claridad de Dios acerca del amor aparece constantemente en toda la Sagrada Escritura: “El Señor es uno, y lo amarás con toda la mente, con todo el corazón, con todas las fuerzas”. Esta claridad por parte de Dios nos ha permitido a los creyentes que podamos confrontar los caminos de Fe personales con el mandamiento básico del amor. Cuando se desvían los caminos y se cae en lo secundario y superficial, se hace necesario volver a encontrarse con el mandamiento Divino para ratificar la vivencia de Fe.
Jesucristo se mantuvo firme en el mandamiento que conoció del Padre. Experimentó en su propia vida el amor de Dios, por eso está lleno de sabiduría, por eso permanece para siempre, por eso marca la pauta de la Fe. Ese Jesús clarificó aún más el mandamiento del amor a Dios: amarás al prójimo como a ti mismo. A partir de ahí no hay que añadir nada, sólo toca comprender, entender, vivir y practicar en orden al planteamiento básico de Dios con nosotros.
-Quien sea capaz con su vida de acoger el respeto a la Divinidad y practicar el amor al prójimo, está capacitado para comprender el Evangelio, aunque no haya sido Católico o Cristiano. Ese está cerca de la Fe. Allí es fácil evangelizar.
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